El coaching para el liderazgo se centra en el desarrollo de las denominadas “habilidades blandas” o soft skills, donde el rol del coach se relaciona con ayudar a aprender al coachee, en un proceso de aprendizaje uno a uno. Este enfoque se fundamenta en que el perfil del directivo actual, si bien denota un alto nivel de expertise técnica (conocimientos duros), presenta importantes falencias en el desarrollo de sus competencias interpersonales, mismas que son críticas para enfrentar de manera exitosa un entorno cada vez más competitivo y dinámico. En este escenario la capacidad para generar una visión y un propósito compartido; alinear, inspirar y motivar a las personas en torno a dicha visión; y gestionar el cambio, se vuelve fundamental. En este sentido, el principal objetivo del coaching para el liderazgo es desarrollar hábitos en el directivo, de manera que no sólo sea conciente del problema y desarrolle las habilidades (comportamientos) necesarias para resolverlo, sino que adquiera la voluntad de hacerlo a través del auto-razonamiento personal.
“Los gerentes planifican, organizan y diseñan estructuras para enfrentar la complejidad. Los líderes establecen una visión de futuro y la estrategia para llegar a ella. Los líderes se ocupan del cambio”. John P. Kotter
Fases del Coaching para el Liderazgo:
1. Fase de Contacto: en dicha fase se explicitan las razones y necesidades para la realización del proceso, dejando por escrito los objetivos, tiempos y metodología a utilizar. Es fundamental levantar el grado de compromiso y voluntad del directivo para emprender el proceso de cambio. En esta fase se lleva a cabo un diagnóstico inicial de competencias, generalmente a través de la metodología de evaluación en 360º.
2. Fase de Concienciación: en esta fase se brinda una devolución de los resultados de la evaluación 360º al directivo, con objeto de determinar las áreas de mejora y los ámbitos a trabajar.
3. Fase de Entrenamiento: aquí se inicia el proceso de intervención para el descubrimiento personal del propio potencial. Se trabaja sobre situaciones reales, y una vez adquiridos los conocimientos necesarios, se lleva a cabo un trabajo de simulación y role playing entre coach y directivo. Luego de ello, viene un acompañamiento por parte del coach al directivo en situaciones reales, observando su desenvolvimiento en el contexto laboral, para posteriormente brindarle una retroalimentación sobre su desempeño. Esta fase termina una vez que el directivo realiza los comportamientos de forma automática, vale decir, una vez que ha adquirido efectivamente el hábito.
Jorge Monsalves Santandreu
Fuente: Liderazgo y Capital Humano