No soy original si os digo, al igual que os dirá toda la literatura que podáis consultar, que no es terapia, ni consultoría, ni formación, ni siquiera es similar a la ayuda que proporciona un buen un amigo.
En una reciente reunión nos planteábamos cómo titular un taller monográfico que estamos elaborando sobre el tema, que ofreceremos a compañeros del Consorcio de Inteligencia Emocional de Innobasque, intentando abrir algunos claros en las nubes que se ciernen sobre el tan traído y llevado “Coaching”.
No entraré a buscar definiciones de los expertos ya que si os interesan, hay maestros conocedores y profesionales del tema que han publicado literatura suficiente como para hacerse una interesante idea del alcance del Coaching y que por supuesto os darán una idea académicamente mucho más certera que la que yo os voy a ofrecer (Sir John Whitmore, Robert Dilts, Alain Cardon, Rafael Echevarria, etc. por poner algunos muy conocidos en nuestro entorno).
Por otro lado y desde un punto de vista profesional, mi intuición –que como todo el mundo sabe es una forma de inteligencia- me dice que el Coaching se está convirtiendo en un gran negocio para mucha gente con pocos escrúpulos y grandes habilidades “marketinianas” que, si queréis que os sea sincero, pienso que no está haciendo ningún favor a quienes amamos esta forma de vivir y ayudar al desarrollo personal y grupal.
No me detendré más en esto porque no quiero entrar en polémicas… además nadie va a reconocer (Yo tampoco) que forma parte de este grupo de malas personas, avaros, egoístas y poco éticos profesionales del Coaching que está haciendo el agosto con una interesante moda.
Yo creo en el Coaching como una forma de ver el mundo y a las personas que están en él, como un planteamiento vital que busca lo que une y no lo que separa, de la conciliación y no la distancia, de la mejora y no el auto abandono.
Creo que la gente es capaz de mejorar siempre, siempre que se lo proponga y siempre que quiera llegar a cambiar, creo que la gente es libre de elegir y creo que todos somos capaces de decidir lo que queremos que sea nuestra vida a partir de hoy.
Creo que juzgarnos y culparnos en auto juicios sumarísimos es poco útil y nada beneficioso y creo que el error es una oportunidad de subir un escalón de mi mismo hacia algo mejor,… y lo practico,… y me equivoco,… y sigo aprendiendo… y sigo subiendo.
Creo que todo el mundo tiene algo importante que decir, que todos tenemos algo bueno que ofrecer, que las personas te tratan según tu las tratas y que no habrá un futuro mejor para nadie si no es un futuro mejor para todos.
Creo también que hay cosas muy buenas en las formas tradicionales de hacer las cosas y otras mejores o al menos igual de buenas en nuevas formas de hacer y trabajar y estaría bien ser justo con todo el mundo en esto.
Creo que la competencia lleva a la infelicidad y la desigualdad y la colaboración lleva al desarrollo y a la mejora colectiva… y la intento practicar.
Desde este punto de vista y sin extender mucho más este mini-credo, creo en el Coaching como un modo de mejorar el mundo y las personas que viven en él, con el que la lucha de Escuelas y la competencia por quién es el Coach genuino tiene poco sentido, en el que nos conoceremos por nuestras buenas prácticas, por supuesto, pero también por nuestra actitud ante los demás sean clientes, compañeros o competencia profesional.
En definitiva y contestando a una de las preguntas que nos hacíamos en la reunión de la que os hablaba al comenzar este post, creo que el Coaching es un modo de liderarse uno mismo, que hace de nuestras actuaciones y nuestro modo de pensar un estilo de vivir y de interaccionar con el mundo y con el que además podemos ir calando como lluvia fina en el resto de los seres humanos que nos rodean, para hacer de este mundo un sitio más agradable para con-vivir.
Es cierto también que todo esto puede traducirse, desde el punto de vista profesional en una técnica de ayuda y apoyo a personas y equipos, basada en el autodescubrimiento y en una intervención estructurada donde cliente y Coach se encuentran en un acto libre y de igual a igual (En esto creo que todos estamos de acuerdo).
Desde esta actitud, dedicarse profesionalmente a conseguirlo desde la ética en cualquiera de los sectores y ámbitos en los que uno se mueva, es más un compromiso vital que una profesión… ¿Quién no quiere dedicarse a lo que le hace feliz?
Fuente: COACHING PRÁCTICO