Es difícil expresar. Cuando alguien está acostumbrado a fracasar siempre, a que le persiga la mala suerte, a que todo se derrumbe en el momento menos indicado, simplemente porque sí, y de repente, en el momento menos pensado, también de repente, algo le sale bien, parece como si de golpe y porrazo te sacaran de cuajo de tu propia vida y te introdujeran en el cuerpo de otro, de una de estas personas normales, que hacen cosas normales, tienen problemas normales y no se sienten perseguidos por una enorme mano negra que todo lo cubre. Maravilloso, glorioso, fantástico, increíble, estupendo, magnífico, grandioso… son palabras que anteriormente no estaban en mi vocabulario habitual. Voy a tener que aprender a hablar desde una perspectiva totalmente desconocida para poderme expresar en mi nueva vida, «la vida post- terapia» la llamaré, la vida de triunfadora… Tengo que enterrar palabras que iré olvidando, como «mierda», «joder» o «asco». No más miserias, por favor. No más derrumbes ni depresión. Se abre una puerta que da a un mundo infinito de posibilidades para poder hacer, vivir y sentir como a yo quiero. Una vida ostentosa en sentimientos y pasiones y pobre en tesoros mundanos. Eso es lo que quiero.
Nunca había visto a mi padre tan orgulloso. Sólo por eso, ya ha merecido la pena.
Ahora tengo que pensar un discurso en el que poder expresar ante el público (cosa que me aterra), cuan agradecida estoy de todos vosotros, que me habéis salvado de una muerte agónica y pesadumbrosa.