Prepararnos para empezar a ver dentro de nosotros, para mirarnos en el espejo interno de nuestras vidas, es realmente lo que se puede llamar el momento de la verdad. Y aunque se puede hacer de manera gentil, suavemente, en realidad este momento de transición no es algo que debe tomarse a la ligera. Después de todo, se trata de tu vida y de cómo podrías vivirla a plenitud.
Durante nuestras vidas, dedicamos mucho tiempo a alcanzar nuestras “tradicionales metas”: estudiar bastante para obtener buenas notas, para graduarme a tiempo y si es posible con honores, para luego poder optar por un buen trabajo, un espacio laboral que nos brinde seguridad, permanencia y orgullo –porque después de tanto esfuerzo, nos lo merecemos…- En el camino nos esforzamos por tener nuestro hogar, nuestras cosas; nos esforzamos en entablar una relaciones ideales, con amigos, con la familia y con una pareja. Nos esforzamos en ayudar a otros y en hacer realidad algunos sueños (digo algunos, porque muchas veces etiquetamos a algunos sueños como inalcanzables). En fin, creamos compromisos con nosotros mismos para lograr estas metas… y muchas de ellas las logramos. Sin embargo, cuántas veces nos sentimos como con un vacío, una falta de algo que nos hace sentir inconformes a pesar de los logros que hemos alcanzado!
Quizás el más grande compromiso que nunca hacemos mientras caminamos a través de la vía que nos hemos propuesto a cruzar, es la promesa de cuidar de nosotros mismos ante todo. Solo así, podremos estar allí para cumplir nuestros sueños y ayudar a otros, incluyendo los que dependen de nosotros. No preservar nuestro ser puede hacernos incapaces de encontrar y de disfrutar de un verdadero significado en nuestras vidas.
Es esencial que nuestra salud y nuestras relaciones estén en un excelente estado para poder enfocarse realmente en uno mismo. Y cuando digo relaciones, no me refiero solo a las relaciones con nuestros seres queridos y amigos, entre otros; me refiero también a nuestra relación con nosotros mismos, con nuestro propio ser. Seamos claros: es muy fácil decir que si estamos comprometidos con cuidarnos; solo que luego “asumimos” que algún día, en algún momento y cuando se presente la oportunidad, lo pondremos en práctica. ¿No es esa tu historia?… la mía lo ha sido, hasta que entré en consciencia con respecto a este punto que planteo en este artículo.
La realidad es que cuando empezamos a esperar el momento oportuno o el tiempo necesario para cuidar de nosotros… ¡este nunca llega! Claro!… ¿Cómo va a llegar?… es que acaso estamos haciendo algo al respecto?… Cuando no hacemos nada… nada sucede!. Esperar a que algo pase es vivir una vida de fantasía (y aquí se recalca la diferencia entre “soñar” y “fantasear”). Las fantasías pueden conducirnos hacia un final de decepciones y desesperanzas. Pero eso no necesariamente tiene que ser “nuestra vida”. Y no lo será si dedicas si te enfocas, aunque sea un poquito, en darte tiempo para ti mismo; si realizas la práctica de “cuidarte a ti mismo” y descubrir cuáles son tus necesidades primarias, dándoles seguidamente la más alta prioridad. Esa podría ser “la nueva forma de vivir tu vida”.
Pero… veámonos a nosotros mismos en este momento, en el ahora: llenamos nuestro calendario con innumerables cosas que necesitamos hacer; luego, si hay un “chancecito”, una hora por allí libre el domingo en la tarde, ese momento es el que dedicamos a nosotros: vemos una película, practicamos algún ejercicio o nos damos el mejor baño de la semana. O también, en lugar de hacer algo placentero, usamos ese valioso tiempo para programar nuestra próxima semana…!
¿Cuánto nos cuesta reducir nuestra velocidad diaria y crear un tiempo para dedicarlo a nuestras necesidades?… ¿o es que estamos esperando a que alguien nos alerte y nos baje de este tren a alta velocidad en la que nos hemos subido? (algo así como “el tren del escape…”). Creo que podemos planear mejor nuestras vidas, y aquí les daré unas claves para ello.
Nota los avisos de alerta: cuando me sentía débil, me esforzaba un poco más; cuando subía de peso, me ponía a dieta; pero cuando sufrí una crisis de hipertensión arterial, sabía que algo estaba mal. Luego de mis chequeos médicos y el diagnóstico, entendí que algo tenía que cambiar en mi vida. Me di cuenta que sin salud, muy pocos de mis sueños los podría alcanzar. Esa sensación de vulnerabilidad me hizo reaccionar sobre las posibles consecuencias, pero más allá de eso, reflexioné sobre las oportunidades que aún tenía para permitir que mis sueños tuvieran también una oportunidad de sobrevivir. La sola experiencia me ayudó a verme como un simple ser humano, de carne y hueso, que estaba haciendo lo que estaba haciendo de la mejor manera posible. Comprendí que así como me había esforzado tanto para alcanzar ciertas metas en mi vida, de la misma manera debía esforzarme a abrir mis ojos ante todo lo que estaba pendiente por hacer en mi vida. En ese momento me comprometí conmigo mismo a cuidar de mí y a mejorar mis condiciones físicas para mejorar mi situación. El compromiso más importante que te pido que hagas en este momento es uno realmente difícil, especialmente cuando estamos acostumbrados a dedicar nuestro tiempo y esfuerzo a velar y ayudar a otros: Cuida de ti primeramente, para que puedas contar contigo mismo a la hora de ayudar a otros. Cada mañana, justo antes de considerar hacer algo por alguien, menciónate estas palabras: “¿Qué voy a hacer por mí el día de hoy?” Tú mereces ese tipo de respeto. Puede sonar algo egoísta; si así lo sientes, piensa en la influencia que tu bienestar personal puede ejercer sobre las metas y objetivos que te fijes en torno a ayudar a otros… allí obtendrás la respuesta.
Crear un régimen diario: durante nuestra vida, hemos conocido muchas personas que han creado y mantenido simples rutinas diarias que les ayudan a mantenerse balanceados, contentos y enfocados en las cosas que realmente les importan. Siguen esas rutinas no porque TIENEN que hacerlo, ni porque DEBERIAN hacerlo. Ellos siguen esas placenteras rutinas con el objeto de honrarse a sí mismos: sus cuerpos, sus espíritus, sus almas y sus mentes. Recomiendo que hagamos esto por una simple razón: honrar tus rutinas y cumplir tus compromisos personales te hará sentir feliz y contento contigo mismo y te mantendrá en el hoy y el ahora. Podemos experimentar el simple placer de cuidar de nosotros mismos y al mismo tiempo, notar que contamos con más tiempo y disposición para ayudar a otros. Esa rutina o práctica diaria puede incluir, por ejemplo, hacer algo de ejercicio, caminar por un parque, escuchar música plácida, leer un libro inspirador, llamar a un amigo a o amiga, ir de compras, tomar un baño especial, ir a nadar y pare de contar. Me refiero a actividades que llenan nuestro espíritu, nos dan energía positiva, nos permiten respirar aire fresco y/o nos hacen pensar positivamente, reduciendo nuestro estrés y liberándonos de las emociones negativas. Un poco de indulgencia te hará mucho bien y permitirá que tu organismo se goce del bienestar que tú mismo le estás dando. Aquí te doy un ejemplo de las actividades y actitudes que puedes poner en práctica en tu “rutina saludable”:
+ Revisa diariamente tus necesidades
+ Escríbelas de forma simple y entendible
+ Mantén tus compromisos, especialmente los personales
+ Nota cómo te sientes
+ Fíjate en qué estás pensando
+ Diviértete, y cuando no te estés divirtiendo, haz un cambio
Hazte un “chequeo”: este es un proceso más profundo y no tiene que ver precisamente con hacerse un chequeo médico: es una revisión honesta de ti mismo: ¿en dónde te encuentras hoy en día en cuanto a tus deseos y necesidades, y qué vas a hacer al respecto? Un buen chequeo de si mismo comienza con escoger el momento y el lugar adecuado para pensar y reflexionar. Al levantarte, por ejemplo, mientras tomas tu café tranquilamente, o en una tarde serena, acompañado de una taza de té… toma de ese momento unos diez minutos para “chequearte a ti mismo”. Haz tu propio inventario, pero hazlo a tu corazón, preguntándole cómo se siente y qué necesita. Pregúntate qué te haría feliz hoy, mientras escuchas con atención el latido de tu corazón. Se trata entonces de encontrar tu propio espacio interno, ese espacio donde la oportunidad de vivir en paz contigo mismo es una gran oportunidad. De esta manera, tendrás una clara visión de adónde te encuentras, será tu punto de partida en esta nueva travesía y tendrás gran oportunidad de ser exitoso en ella, porque estarás más preparado para entenderte a ti mismo y mantener un balance aún en momentos de tribulación.
Respira profundo: respirar profunda y lentamente es una excelente manera de balancearte y enfocarte. La primera definición de la palabra “inspiración” en el diccionario, es “respirar”. ¿Estás inspirado?… es decir, ¿estás realmente respirando en tu vida?… La realidad es que muchos de nosotros hemos olvidado cómo respirar y el peso que la respiración tiene sobre el enfoque en nuestros objetivos. Lo cierto es que una persona inspirada tiene mucho más oportunidad de alcanzar sus metas. Pero no se trata de respirar instintivamente, se trata de respirar adecuadamente. Hay tres formas de respirar: superior, media e inferior o ventral:
- La respiración superior es una respiración corta que hacemos cuando nos sentimos amenazados por algo o sentimos algún miedo. Es el tipo de respiración que acompaña al estrés.
- La respiración media es la que hacemos todos los días, todo el tiempo para vivir y funcionar. No pensamos en ella, es instintiva, y sucede cuando el oxígeno en nuestra sangre es bajo.
- La respiración inferior o ventral es el tipo de respiración que aquí les propongo, que también la llamamos respiración profunda. Llena tus pulmones, pero no solo la parte superior, sino también la parte más baja de ellos, la que normalmente es ignorada en un día regular. Respira lenta y profundamente. Verás cómo tu abdomen se ensancha, es una forma de respiración simple y vital.
Nuestra respiración es como un barómetro que nos enseña cómo estamos viviendo nuestras vidas. En la medida en que profundicemos nuestra respiración, podremos mejorar nuestra calidad de vida.
Honra y respeta a tu cuerpo: aquí no se trata de cultivar un cuerpo perfecto, sino de hacer que tu cuerpo trabaje adecuadamente para ti. Ya debes haber escuchado el dicho “Eres lo que comes”; pues bien, eso es totalmente cierto. Y también eres lo que piensas, lo que sientes y lo que sueñas. El punto está en ser quien quieres ser y actuar en consonancia con ese espíritu de vivir. Entonces, en momentos de tristeza, de desesperanza o de decepción, te propongo a que pongas en tu rostro una sonrisa. Quizás hasta te rías de ti por lo tonto que lucías al reír sin razón alguna!… pero el resultado será que encontrarás un balance para tu cuerpo aún en ese momento de dificultad. Entonces, moderación es la clave. Moderación al comer, escogiendo bien los alimentos, los volúmenes y las horas. Moderación al ejercitarte, si no lo has hecho en largo tiempo. Moderación al trabajar, dedicando el tiempo justo al trabajo y dándote tiempo para descansar y entretenerte. Moderación al dormir, haciéndolo en un lapso que sea el necesario según lo dictamine tu cuerpo. Y algo más: enfrentar la adversidad con optimismo. Noel Clarasó escribió: “Darle la espalda a la sombra y volver el rostro a la luz, por débil que esta sea. Busca siempre un camino de salvación, una zona de bienestar, un medio de seguir adelante”.
Culmina lo inconcluso: Si quieres que tus sueños se hagan realidad, necesitas crear espacio para ellos. Haz espacio para ellos en tu vida. Para ello debes “limpiar tu casa interior”. ¿Hay cosas inconclusas o pendientes en tu vida? Si es así, éstas pueden ser notorias y contagiosas. Una cuestión inconclusa puede llevar a otra y así sucesivamente. Así, es difícil enfocarse en crear y soñar cuando tienes “multas pendientes por pagar”. Ciertamente no es necesario ser obsesivos en torno a esto, lo importante es reconocer las señales. Identifica cuáles son esas cuestiones inconclusas, pendientes, que dificultan tu enfoque en tus metas y sueños y que te producen ansiedad. Completa entonces esas cosas que están pendientes, “ponle la tapa a las ollas”, cierra los círculos que están aún abiertos y que te impiden de alguna forma avanzar. Así, podrás mantener tu mente relajada y disponible para dedicarla a las cosas que realmente importan para ti. Esta es una práctica que cambiará tu vida. La calidad de la gente con quienes nos relacionamos y el nivel de integridad con la cual vivimos nuestras vidas incrementará. Si hay alguien con quien tenemos algo pendiente y hay algo que está por decirse, pareciera que la situación se presentara constantemente ante nosotros, una y otra vez. Si no se atiende, esta pequeña situación puede convertirse en algo destructivo. Aún así, tú puedes romper ese patrón, aprendiendo a estar a nivel en todas tus relaciones, sean padres, hermanos, hijos, amigos o tu compañero sentimental. Liberarse de la sobrecarga o resolver acciones pendientes siempre te brindará la oportunidad de concentrarte mejor en las cosas que realmente te importan. Si las dejas sin atender, los pequeños problemas pueden convertirse en vastas acumulaciones de “material no deseado” en tu vida. Comienza hoy mismo a atenderlos, así sea con pequeñas acciones.
Acepta tu responsabilidad: ¿Cuándo fue la última vez que dijiste “Estaba equivocado” o “Cometí un error”? Si después de alguna de esas frases pudiste decir algo como “¿Cómo puedo hacer mejor las cosas de ahora en adelante?”, entonces ya has aprendido una gran lección en el proceso de mejorar tu vida. Ya conoces la sensación de aceptar la responsabilidad de tus acciones (y lo duro que esto puede ser). Aceptar responsabilidad significa no echar en otros la culpa de lo sucedido y además admitir que uno es quien está en falta. Este es un gran paso hacia adelante en el proceso de lograr control sobre tu vida. Cuando echas la culpa en otro, pareciera que estás manifestando algo que no te agrada de esa persona, cuando en realidad se trata de algo que no te gusta de ti mismo. Esto es llamado “proyección”. En el fondo de todo, no se trata tampoco de culparte a ti mismo por lo que sucedió; se trata de aprender en positivo, de obtener una ganancia mediante la lectura del lado bueno de las cosas, siendo empático y practicando la compasión con los demás y contigo. Ser compasivo significa quitar la vista del “ser correcto o incorrecto” y enfocarse en los individuos involucrados, incluyéndote a ti. En otras palabras, ser compasivo nos permite concentrarnos en las relaciones más que en ser “correctos o incorrectos”. Esto cambia el carácter del juego, dándole mayor importancia y significado a los individuos que a los hechos mismos.
Construye relaciones: las personas que conocemos en nuestra vida están allí por alguna razón. Hace un tiempo atrás, leía sobre las relaciones y su similitud con las hojas de un árbol; cada hoja representa un amigo, una relación en tu vida. Algunas están en el tope, otras a través de todo el árbol, y algunas otras hojas yacen en el suelo, y aunque caídas, siempre cerca del árbol. Escogemos y creamos la clase de relaciones que tenemos, algunas veces profundas y sensibles, especiales y únicas, cariñosas y generosas. ¿Cómo quieres que sean tus relaciones y qué estás dispuesto a hacer para mantenerlas de esa manera? Cuál es tu sueño en relación al tipo de personas que quieres a tu alrededor y cómo esperas interactuar con ellos? Dedica un tiempo para preguntarte esto y obtener tus respuestas, pues este pequeño proceso de reflexión es clave, ya que a estas personas que conforman tus relaciones, deberás dedicarle tanto amor, comprensión, cariño, empatía, aceptación y honor como lo haces contigo mismo. Y lo más importante: deberás practicar con cada una de estas relaciones el tipo de persona que tú sueñas ser. Entonces, reflexiona, decide qué es lo que quieres y sal en busca de ellos. Haz y sé lo que sueñas ser. Haz presencia en el juego de tu vida. Inicia conversaciones. Sonríe. Se amigable. Sea lo que tengas que hacer, asume la responsabilidad de rodearte con gente de calidad y diviértete mientras lo haces. Comparte tus sueños, porque esas relaciones pueden ayudarte enormemente a hacerlos realidad. Además, pueden ayudarte en tiempo de duda o debilidad, ya que los has integrado a tu vida como parte del equipo. En la medida en que tus sueños sean más claros para ti, de esa misma forma atraerás a ti gente que piense igual. Y siendo así, todos estarán allí para darte su apoyo desinteresado cuando lo necesites.
Sigue estos pasos y comienza a preservar tu vida, date una oportunidad para aumentar tu bienestar y permite que tus sueños tengan una verdadera oportunidad.
Fernando