El deleite del error

Piensa en un anhelo que tengas. Sí, ese. Ahora piensa en uno que siempre hayas tenido y que aún no te has atrevido a realizar. Podría ser ese mismo. Bien. ¿Qué te está impidiendo realizarlo? Son muchos los nombres que le ponemos a los impedimentos, esa “cosa” despersonalizada que no es nosotros, sino algo contra lo que luchamos y que nos mantiene apartados de nuestro sueño.
Uno de los obstáculos más frecuentes que escucho en mi práctica de coach, y la causa de la distancia entre una meta y la persona que la anhela es la respuesta que esta se da a las siguientes preguntas ¿Y qué pasa si me equivoco? ¿Y si luego no es la decisión correcta? De esta manera, el mero temor a cometer un error, también conocido como “fracasar”, es suficiente como para no decidirse a dar un paso que lleve a una mejor forma de vida, a una experiencia enriquecedora, o a desarrollar talentos con beneficios insospechados para uno mismo y para los demás.
Kathryn Schulz, autora de Being Wrong (“Equivocarse”), comenta que uno de los mayores deleites del ser humano radica en tener razón. Además, si lo piensas, un aspecto esencial de nuestra supervivencia se basa precisamente en nuestra capacidad de predecir, de sacar conclusiones correctas acerca del mundo que nos rodea, y de detectar amenazas, a modo de autoprotección.
El problema está en que si consideramos el tener siempre razón como nuestro estado natural y deseable, ¿qué ocurre cuando nos equivocamos? Nuestra relación con el error nos saca de nuestra zona de confort, evocando en nosotros todo tipo de sensaciones que nos conectan con nuestra propia vulnerabilidad. Pero, ¿acaso no es en algunos de esos momentos de mayor vulnerabilidad donde más acelerado es nuestro aprendizaje, nuestro crecimiento y, me atrevo a aventurar, en ocasiones, nuestro deleite? Y aquí no me estoy refiriendo a errores del ámbito médico o de la aviación, sino a esos errores que surgen al trazar un plan que se sale de lo habitual y nos invita a explorar nuevas posibilidades de actuación. De hecho, el libro de Schulz tiene por subtítulo el sugerente “Aventuras en el margen del error”. Y es que algunos errores nos llevan precisamente por el camino de la aventura. Si no fuera por un «error», ¿dónde estarían ahora los pañuelos de papel, la penicilina, las notitas Post-It, los cornflakes, las patatas fritas (las de paquete), o los rayos X?
Te animo a que escojas un error que hayas cometido en alguna iniciativa que tuviste en tu vida. Considera lo siguiente:
(1) Imagina hablando con tu nieto/nieta en años venideros, ¿qué les dirías que tuvieran en cuenta, para evitar cometer el mismo error?
(2) Si el error ocultara 3 dones, regalos o talentos a desarrollar en el momento actual (para ti), ¿cuáles serían?
(3) Si aún te cuesta aceptarlo, ¿qué pasaría si eligieras ver aquel error desde un punto de vista nuevo y fresco?
En una ocasión, un periodista entrevistaba al presidente de una conocida entidad financiera:
-“¿Podría desvelarnos el secreto de su éxito?” – preguntó el reportero.
-“Dos palabras”
-“Y, ¿cuáles son?”
-“Decisiones correctas”
-“Y, ¿cómo toma usted decisiones correctas?”
-“Una palabra”
-“¿La podría compartir con nosotros?”
-“Experiencia”
-“Y ¿cómo adquiere usted experiencia?”
-“Dos palabras”
-¿Cuáles son?
-“Decisiones incorrectas”
Regresemos a ese anhelo que comentábamos al principio, y considera:
(1) Cuando otras personas temen realizar sus sueños, ¿qué les dices? Utiliza esas mismas palabras y esa voz contigo, ¿qué ocurre?
(2) ¿Qué ganas al no llevarlo a cabo? ¿Prefieres eso al anhelo hecho realidad?
(3) Y, finalmente, ¿qué te ha permitido «lanzarte» en otras ocasiones?
Dice R. Kiyosaki de los errores: “Estúdialos, aprende y saca provecho de ellos”. Que el miedo a cometerlos en el futuro imaginado sea mero consejero y no un obstáculo para la realización de tus anhelos.
Mucha Luz en tu camino. Y gracias por tu compañía.
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