Ayer, mientras ya estaba durmiendo, me despertó preguntándome si es que necesitaba tiempo, si ella seguía teniendo una oportunidad. Que ella quería seguir luchando por lo que quería. Si me tenía que esperar diez o cien años, me esperaría. Supongo que son cosas que se dicen en el momento – porque luego hay que ver cómo van saliendo las cosas.
Me pareció egoísta hacerle esperar, aunque en el fondo piense que sí que la hay, le dije que no.
Una oportunidad siempre puede haber para todo: el futuro no se conoce.
Pero tiene más sentido centrarnos en el presente ahora, y el futuro ya se verá. Si algún día nos encontramos en el camino de la vida, y queremos juntarnos de nuevo, pues adelante. Si no, pues nada. Pero ahora mismo, no podía ser.
Acabo de ducharme y en medio de la ducha me he puesto a llorar. Sigo muy triste, especialmente cuando pienso en todo el amor roto de ella, y lo que me pierdo. La veo como una persona que siempre estaría ahí a mi lado, a las duras y a las maduras. Hay pocas de ésas. Por eso me siento culpable y mal conmigo mismo, y triste.
Por otro lado pienso que he hecho lo que tenía que hacer, que con la alternativa que sería seguir, sólo nos haríamos daño y retrasaríamos la decisión.
Intento no mirar para atrás, porque mirar para atrás me pone muy triste. Mirando para atrás quizás sí atraviese mejor el duelo – pero no quiero meterme en un agujero y abandonarme al dolor. Si hay que llorar se llora, vale.
Intento centrarme en el presente y pensar en ella lo menos posible. No sé si es la estrategia correcta. De todas maneras el corazón me duele ligeramente, pero bueno… intento forzar lo menos posible y mantenerme en el presente. De un lado también me siento aliviado, e intento centrarme en esa parte. Ya que ahí sí se puede trabajar, pero lo otro, pasado está. Qué lío, cuánta palabrería.
Me dijo que una de las cosas que le enamoró de mí es que yo soy bueno. Que nunca me vio malicia. Nunca hice daño porque sí. Sí, me cuesta sacar lo malo. No es que no esté – es que no se ve. Cuando llegué a la formación Gestalt, una de las cosas que dije es que quería ser más malo (y no era el único). Y en el último taller, la terapeuta me hizo hacer de diablo y dijo que siendo «malo» me salía una creatividad y diversión muy buenas – que debía explorar más eso de ser malo. Dejarme ser malo.
Por cierto, estando solo me cuesta hacer cualquier cosa. Antes de hacerla me pregunto ¿para qué? Y me da pereza hacerla, me resisto. Sea arreglar esto (que si es necesario lo hago pero a disgusto por dentro), ver tal película, hacer esto… como que nada es para mí, nada me aporta nada. Vacío. Es preocupante.
Quizás sea el trabajar, lo que nos hace libres, como ponía Hitler en la entrada de sus campos de concentración, Arbeit macht frei. Ilusión cero, Desgana uno.
Tirando del hilo, también pienso que es que quizás he llegado al punto donde ya no hay nada, nada, excepto las personas. Que lo que necesito es simplemente, familia, amigos, sentirme querido y querer, y que ese es el propósito de la vida, y que eso es lo que trae, si no la felicidad, al menos la paz.
Recuerdo que decía Eckhart Tolle en un libro «no te garantizo que esto te traiga la felicidad, pero sí mejorará tu paz interior».
Ahora mismo me paro y respiro. Me miro las uñas. Dejo que la brisa de la terraza me acaricie los brazos, el pecho, las mejillas. Todavía estoy afectado por la descarga emocional de ayer.
Me toco la barriga, y me la meneo y juego con ella. Me acuerdo de que hacía lo mismo con mi ahora-ex, X. Una de las cosas que más me ponía, sexualmente, de ella, era la barriguita. La visión de su barriguita y sus pechos.
Bueno, no sé. Creo que voy a dejar de escribir ya por ahora. Vaya parrafada. En un rato viene mi hermano de visita, a comer, estoy esperando su llamada – a ver cómo acceden a la ciudad.
Como voy a estar triste, fácil que sea monotema la conversación, aunque bueno, como ellos también tienen cosas que contarme… espero no estar demasiado a mi bola – pero es una buena oportunidad de centrarme en el presente.
Recuerdo que hemos quedado para vernos con X este fin de semana que viene, por vernos una última vez en persona. Ahora amanece mi compi de piso y me acelero y quiero que no vea esto, así que chapo. Que estupidez, pero bueno, asín es la vergüenza.