El lenguaje nos limita

La realidad se puede percibir en diferentes niveles.
En el nivel superficial la mente confunde la experiencia y «la realidad». Por ejemplo: «Tú me haces perder la paz», «Yo te hago sentir peor», «María es bipolar».
El lenguaje que se utiliza está cargado de causalidades lineales y de adjetivos que ordinariamente van precedidos del verbo ser, que implica identidad.
Alfred Korzybski (1933), creador de la Semántica General y David Bourland (1949), proponen suprimir del lenguaje el verbo ser y utilizar el verbo estar, que corresponde a un estado provisional. En términos prácticos la idea es considerar que estamos limitados tanto en el conocimiento como en la estructura del lenguaje.
En relación a las limitaciones cerebrales recordemos que nuestra percepción depende de un rango biológico limitado en el espectro de tonos, luminosidad, sabores, estímulos kinestésicos, olores. Por ejemplo, a diferencia de otros animales como los delfines o murciélagos que pueden percibir las obdas electromagnéticas.
Sin embargo, la limitación más grave en el conocimiento del mundo viene del lenguaje que utilizamos pues genera un tipo de conciencia. Consideremos el paradigma de la época moderna, con la física newtoniana y su método experimental. Más tarde, en el posmodernismo, la propuesta es de considerar también el nivel subatómico y cuántico de la materia. Cada nivel de conciencia, cada etapa del conocimiento tiene un lenguaje particular.
En las situaciones de todos los días, las personas parecen atrapadas en sus propias conciencias para advertir su incapacidad cuando usan un lenguaje limitado para describir fenómenos intraducibles a ese nivel. Por ejemplo: ¿Cómo explicar que la materia se comporta de una manera desde la física newtoniana y de otra manera desde la física cuántica? ¿La luz es de naturaleza ondulatoria o es partícula? Ambas categorías son diferentes y mutuamente excluyentes: si es rojo no puede ser amarillo; si es perro no es gato. La lógica aristotélica es muy clara en que una cosa no puede algo y a la vez no serlo. Si la luz es onda o es partícula, en la manera de plantear el problema está la dificultad para resolverlo. En un lenguaje de verbo ser nos vemos obligados a elegir una de las dos cualidades, pero si lo enunciamos de manera impecablemente descriptiva, fenomenológica, operacional, diremos: La luz se comporta como ondas cuando es observada desde cierta perspectiva y como partículas cuando es observada en condiciones diferentes.
Esta última perspectiva algunos la llaman posmodernista e implica que la verdad no es algo que descubramos afuera y exista independientemente del observador. Es por nuestra interacción con la realidad que construimos no realidades, sino elaboraciones de ésta. Entonces, en una relación es posible reconocer que la experiencia de la realidad para la otra persona pueda ser de tal o cual forma, diferente a la manera como es para mí. Y de igual forma, que mi experiencia de la realidad no tiene que asemejarse a otra.
El único puente posible para avanzar hacia la construcción de nuevas realidades consiste en no invalidar ninguna de las dos realidades, por incompatible que parezca.
Recordar el relato «¿Quién se atreve a juzgar?»
Ocurrió una vez que en un pueblo murió de vejez el juez. Como tardaba en llegar el sustituto y los casos se acumulaban, los ciudadanos decidieron nombrar en el puesto interino a un convecino suyo a quien todos respetaban por su sabiduría y sentido de la justicia.
Al día siguiente le llegó el momento de presidir un juicio. Empezó hablando el fiscal, que, de un modo brillante y elocuente, convenció a todos los presentes sobre la culpabilidad del reo.
-¡Tiene razón el fiscal! -exclamó el improvisado juez.
-Señoría, aún debe oír al abogado -le recordó el secretario del juzgado.
Tomó entonces la palabra el abogado, que, en brillantísima exposición, también convenció a los presentes sobre la inocencia de su defendido.
-También tiene razón el abogado -dijo el Juez.
-¡Pero señoría! -volvió a intervenir el secretario-. ¡No es posible que tengan razón los dos!
-¡EI secretario tiene razón también! – Dicho lo cual, el juez dio por terminado el juicio.
Con una perspectiva cuántica sostenemos que la realidad es construida de manera diferente en función de la posición del observador. La terapia de Goolishian se conoce como de realidades múltiples. Otros ejemplos de propuestas con principios de física cuántica son la psicología de Robert Anton Wilson y los diálogos de Bohm.
Por otro lado, los psicólogos de la escuela clínica siguen usando el lenguaje medieval, cada vez más anacrónico. Que una persona «es» antisocial, limítrofe, narcisista, etc., más allá del poder y la pompa del lenguaje, no aporta nada al desarrollo y evolución de las personas diagnosticadas.
Cuando las personas pueden validar dos afirmaciones aparentemente incompatibles -en un nivel- y construir con ello una nueva realidad más compleja…»Tú realmente te sientes ignorada cuando no me reporto, me imagino…».
Cuando por un momento somos capaces de renunciar a mi deseo de cambiar al otro, o de convencerlo… «…y así es para tí».
Cuando comenzamos a usar cuidadosamente el lenguaje descriptivo-fenomenológico… «Yo deseo» (en vez del Tú deberías), «Yo experimento dificultad para aprobar…» (en vez de Tú estás mal), «Yo refiero el azul» (en vez de El azul es el más bonito)… Entonces ambos iniciamos el camino de la conexión, de la generación de una conciencia de unidad, de complicidad, de nuevas formas de relacionarse y entender el mundo.
«El lenguaje impecable» es la vía para integrar en un orden superior realidades que parecen incompatibles.
___________
Sergio Michel y Rosario Chávez

Fuente: Gestalt Terapia

Scroll al inicio