A menudo oigo decir que un líder no es más que el que da directrices o el que informa sobre como va la empresa, nada más lejos de la realidad. La inteligencia emocional del líder es sin duda su principal cualidad y por lo que más debe destacar. Acompañar unas directrices de liderazgo desde la inteligencia y bienestar común puede ser un buen camino hacia el éxito.
Algunos expertos califican como “trascendencia en el liderazgo” el hecho de saber coordinar y dirigir a un grupo de profesionales ante las adversidades que su trabajo puede causar. Respetar el medio y a quienes reman hacia el mismo puerto es un don a tener muy presente en este tipos de puestos de trabajo.
La trascendencia en el liderazgo viene dada por una actitud, una preocupación del líder más allá de su contexto de acción, de su área de influencia. Es cuidar a la Tierra como si fuera su jardín, es sentir las necesidades y los sueños de su grupo. Es trabajar con principios, como centro de su acción. Es sentirse integrador y a la vez un integrante. Es lograr su realización mediante la realización de los demás.
Las decisiones rápidas en equipos interdisciplinarios y el potencial humano es el diferenciador en las empresas. No se pueden aprender formulas de conducción: el líder necesita una fuerte formación en tema de su dominio personal, para conocer y conducir a los demás y transmitir la visión a su equipo.
La inteligencia emocional del líder
Un líder necesita herramientas para la planificación y el seguimiento de esas actividades. La planificación de tareas requiere más inteligencia racional (que se enseña mayormente en las universidades técnicas, y en los cursos tradicionales de liderazgo de proyectos). La conducción de personas requiere inteligencia emocional (inteligencia intrapersonal e interpersonal) y algunos me preguntaréis: ¿donde se aprende? Algunos dirán que solo en la carrera de Psicología; yo puedo argumentar que se puede aprender de este tipo de inteligencia paseando por la calle o queriendo aprender de nuestros entornos laborales.
Las estructuras organizacionales actuales tienen sus organigramas formales, que sólo muestran una fotografía de la posición de las personas en la empresa y no reflejan como son las comunicaciones en el sector o entre empleados de distintos departamentos. Los procesos cruzan departamentos, la transformación que realizan las empresas para agregar valor, pasa de un sector a otro y no se reflejan en el organigrama; sea la transformación de materia prima en un producto o la transformación de información para entregar un servicio.
Básicamente, ¿cuál es la misión de líder?: lograr que otros trabajen con ganas y pasión. Esto lo podemos desarrollar con habilidades de comunicación, motivación, conducción, armonía, proactividad, respeto, humildad, toma de decisiones, administración del tiempo, etc. Las cualidades que nos permitirán este papel son: el desarrollo del dominio personal y conocimiento de uno mismo para entender a los demás. La meta sería poder ver que las aspiraciones del personal sean un pilar del desarrollo de la empresa hacia una visión trascendente para el desarrollo de las personas en la empresa y de la empresa en la comunidad. Hacia una visión solidaria de los negocios.
Conclusión
Dar “órdenes” o mostrar caminos no es un trabajo fácil aunque lo relacionemos con estar dirigiendo desde un lado de la empresa. La actitud de líder junto con el conocimiento de los trabajadores de la empresa es la única manera de ser un buen jefe. Dar ordenes a modo de disparo de opiniones no conduce a buen puerto; el jefe debe ser consciente de sus trabajadores.
Fuente: Blog de Sage
Fuente: liredazgo