«Para educar a un niño hace falta toda la tribu»
(Proverbio africano)
Esta sencilla frase me hace pensar en cómo no es suficiente la educación que padres y madres en solitario dan a sus hijos, o la que reciben de sus abuelos, de los profesores, u otras instituciones sociales…, sino de la importancia del conjunto de los mensajes que toda la sociedad le transmitimos a los niños, desde que nacen, incluso antes de nacer.
Un ejemplo de esto último es la cuestión que me planteo: ¿nuestro hijo necesita la cuna, el carrito último modelo, todos los últimos avances que hay en el mercado para los bebés, los pañales marca, doscientos juguetes antes de venir a este mundo…?. O ¿son necesidades que nos hemos creído/creado a través de la publicidad, de ver lo que otras madres tenían o tienen, … y que finalmente si no las cubrimos adquiriendo todo ello, nos sentimos defraudadas, pues lo vivimos como que no le damos todo lo que nuestro hijo «se merece» y supuestamente va a necesitar?. ¿O realmente no necesita tantos adelantos, alguno superfluos, y sí que necesita más abrazos, más sostén y contención a sus emociones, límites sanos que les protejan de algunos peligros …?
Cuando veo éste u otro anuncio que pretende venderme algo y crearme una necesidad, me pregunto: ¿me ha de decir la televisión lo que he de comprar: debo dejarme engañar y hacer que mi hijo se crea esta mentira y manipulación de la realidad?, ¿le ha de enseñar la publicidad lo que es bueno que tenga para supuestamente estar sano, o para ser feliz o «guay» antes sus amigos…?.
¿Qué hacemos vendiéndoles estas ideas a nuestros pequeños?: diciéndole constantemente qué necesitan para ser felices: un ipod, un mp3, y luego cuando se ha pasado de moda un mp4, un ebook de tal marca, un móvil última generación con internet, y a cambiar en cuanto nos cansamos de lo anterior,… un, un…, más un, y otro un o una …). Me llega una necesidad de «llenar vacíos personales, emocionales, familiares, sociales …», con tanto objeto y tanta supuesta necesidad material de cosas que ¿realmente necesitamos para vivir, tantas?.
El NO les da a los niños y adolescentes, la oportunidad de poder «pelear con los adultos significativos» en la creacción de su propia identidad, de sentir que estos mayores van a estar como personas fuertes, que pueden aceptar la pelea de su hijo (no romperse internamente con éstas), llevarla emocionalmente en su relación con él, y seguir ahí, presentes para ellos, con afecto. Y eso, parece que lo hemos olvidado, si se hace con afecto, con ternura, ese NO firme es algo que los menores necesitan.
____________________________________________________________________
Fuente: CENTRO PSICOLOGÍA GESTALT