El secuestro emocional

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«Rectificar es de sabios, el hacerlo todos los días, de necios» Felipe Gonzalez

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¿Cuantas veces has pensado… «Lo que acabo de decir», o «Lo que he hecho…” tan solo un instante después de hacerlo?
Las personas somos seres emocionales, y estamos fisiológicamente diseñadas para que así sea. Con el fin de explicarlo más claramente tomemos el ejemplo una cebolla, ya que al igual que esta, el cerebro se puede organizar por «capas».
En el centro estaría el cerebro «reptiliano» o instintivo, es la parte «animal» por decirlo de alguna manera, este cerebro primitivo controla la respiración, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea e incluso colabora en la continua expansión-contracción de nuestros músculos.
Es el responsable de conductas automáticas o programadas, tales como las que se refieren a la preservación de la especie y a los cambios fisiológicos necesarios para la supervivencia.
Este cerebro controla la acción instintiva, orientada a la supervivencia, mueve a la acción inmediata, sin tener en cuenta las consecuencias.
Posteriormente envolviendo a este cerebro primitivo, nos encontramos con la siguiente capa, el sistema límbico, el «cerebro emocional» por así decirlo.
Es en esta parte del cerebro donde se originan las emociones, alegría, pena, enfado, tristeza, etc.
Y por último recubriendo todo tendríamos el neo córtex o cerebro «racional», esta parte del cerebro es la que nos hace «humanos».
La mayor parte de nuestro pensar o planificar, y del lenguaje, imaginación, creatividad y capacidad de abstracción, proviene de esta región cerebral.
¿Cómo comienza el secuestro emocional?
Las «tres capas» del cerebro, están conectadas entre sí, lo cual nos permite habitualmente el controlar nuestras actuaciones, sin embargo, por hacer un símil valido, la parte emocional, estaría conectada a la parte racional por una «red de autopistas» mientras que en sentido contrario tan sólo tendríamos una pequeña carretera.
Por lo tanto cuando la intensidad de una emoción es muy elevada, se produciría una «sobrecarga» de información de la parte emocional hacia la parte racional, que esta sería incapaz de procesar y devolver con la misma velocidad, por lo que nos encontraríamos ante un «secuestro emocional».
Es en ese momento donde ante un gran enfado, una gran decepción , etc. «perdemos el control» y pasa a ser la emoción quien gobierna nuestra forma de actuar y de pensar, por lo que es muy importante el ser capaz de identificar estos momentos, ya que quizás luego, podamos arrepentirnos de lo que decimos o hacemos.
Un ejercicio que puede ayudar a tomar consciencia de nuestras emociones, es el siguiente:
-Toma un folio en blanco y escribe las emociones más habituales que sueles sentir.
-A continuación escribe sus síntomas, o las sensaciones que tienes según los diferentes grados de intensidad de la misma.
Esto te permitirá aprender a identificarlas y a reconocer su intensidad, y a saber cuándo es mejor respirar tres veces antes de decir o hacer algo cuando estamos «secuestrados emocionalmente».
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