Los terapeutas de familias bien saben que es inconcebible mirar el síntoma de un niño sin mirar la TOTALIDAD o familia a la que el niño pertenece. Pues en la mayoría de los casos el síntoma del niño no es más que una concretización del síntoma familiar subyacente: «cada parte expresa al todo»
El pensamiento de ser parte de una unidad con «el todo» no es patrimonio de la Gestalt ni de la teoría del campo; ya las religiones lo postulan de una forma más o menos explicita. Ej.: «Dios es todo», «Dios está en todas partes» «El reino de los cielos esta dentro de tí».Si la totalidad está en nosotros, entonces hay una semejanza entre la parte y el todo, y el universo es autosemejante (como lo enuncia Mandelbrot en la Geometría Fractal). Un fractal es un objeto que, entre otras propiedades, posee autosemejanza, es decir que cualquier fragmento por mínimo que sea, posee una forma semejante a la del todo, o mejor dicho: no importa la escala (micro o macro) en la que se lo observe, se verá siempre un diseño similar. Esto tiene muchas consecuencias y muchas ramificaciones en las que no entraré ahora, baste pensar que eso «único» que creemos ser, se repite un sinnúmero de veces y guarda semejanza con los conjuntos mayores en los que estamos insertos.
Si ampliamos la mirada dejando al sujeto aislado, podremos percibir la forma en que un campo evoluciona intentando subsistir. Como si fuera un organismo vivo, donde cada célula tiene funciones diversas. Llevado esto a integrantes de una familia, algunos toman unos lugares y otros toman otros, las funciones se diferencian y las responsabilidades se delimitan y van pasando de unos a otros para que las cosas sean resueltas llegando al punto de que algunos se sacrifiquen para la supervivencia del todo.
Fuente: gestalt-blog