Uno de estos días pasados conversaba con mi querida madre sobre el tiempo. Desde niño, recuerdo que ella colocó en un lugar estratégico de la casa una mensaje escrito por el sabio Rey Salomón, que se titulaba «Todo Tiene su Tiempo«… y decía «…todas las cosas tienen su tiempo y todo lo que está debajo del cielo pasa en el término que se le ha prescrito«…
Ese mensaje, leído una y otra vez durante tantos años por casi toda la familia quedó grabado en muchos de nosotros… pero… ¡Qué calamidad!… resulta que no tenemos tiempo para muchas cosas!
Hoy mismo una querida amiga, a quien adoro y estimo de corazón, me escribía «…tómate las cosas con calma, sin tanta prisa, a veces deseamos que las cosas sucedan rápido… recuerda que las cosas suceden a su tiempo y no cuando uno quiere…«. Esas palabras hicieron detener mi carrera constante para pensarlas y darme cuenta la falta que hace el tomarse el tiempo necesario para dejar que las cosas pasen a su propio ritmo; darse cuenta de la cantidad de estrés que uno acumula de manera «viciosa» en la gran mayoría de las cosas que uno hace; tanto, que uno hasta se siente culpable cuando se toma unas horas para sí mismo!…
Si la vida es sinónimo de tiempo, cada fracción cuenta como parte de la misma. La paradoja es que el tiempo es gratuito, pero muy valioso y no podemos conservarlo, pues una vez que lo pierdes ya no puedes recuperarlo… ni repasando fotos que nos recuerdan lugares y momentos alegres, ni repitiendo videos para alimentar la memoria…
De repente me doy cuenta que estoy viviendo para trabajar y no trabajando para vivir… y eso no me reporta paz!… con tantas cargas, ni siquiera me doy tiempo de pensar «¿En dónde está la paz que necesito?»…
Todos pasamos alguna vez por esto, algunos vivimos sumergidos en nuestra falta de tiempo constante… falta de tiempo para ocuparnos de encontrar nuestra paz interior, construir nuestro edificio interno, diseñar los caminos que nos trasladen hacia donde realmente queremos llegar, pero sin carreras, sin apresuramientos, dejando que las cosas fluyan y sucedan «en el término que se les ha prescrito»… lo veo en muchas cosas, sin embargo, la ceguera de nuestros paradigmas nos impiden convencernos de lo que cada día vemos y vivimos.
Es cuestión de tiempo… para que cada uno de nosotros comencemos a pensar fuera de nuestro diario contexto para darnos cuenta que hay otra vida mejor, que está allí, dentro de cada uno de nosotros, que no depende de otros sino de cada uno de nosotros, en nuestra natural individualidad e independencia, plenos de tantas experiencias, producto de nuestros éxitos y fracasos…
Es cuestión de tiempo… para identificar, como decía el famoso escritor Russell Conwell, tus «acres de diamantes«, es decir, ver todas las bendiciones que están a nuestro alrededor y muy dentro de cada uno de nosotros…
Es cuestión de tiempo… para que la larga y vertiginosa carrera que emprendemos cada día pueda ver un cambio hacia una búsqueda constante de la paz interior, algo así como «paz sin estrés» como me dijo hoy mi querida amiga…
Por mi parte, quisiera tener a partir de ahora suficiente tiempo para dedicarme a encontrar esa «paz sin estrés«…
Te invito a que reflexiones sobre esto…
Un abrazo…