Los niños de ayer, los hombres de mañana:
El adolescente debe aprender a vivir con cambios. A construir una identidad que deje atrás el duelo de ser niño y dé la bienvenida a un adulto incipiente. Y no sólo eso, sino que además, deben hacerlo en un mundo de difícil acceso, dónde el trabajo y el éxito no son tarea fácil y las metas de la sociedad, a menudo, son lejanas a ellos.
En los momentos de cambio que vivimos actualmente, con la indignación que el país hace escuchar, encuentro en un rincón de la memoria, este poema de Mario Benedetti que he querido compartir con vosotros.
No sé si la tolerancia a veces enmascara actitudes que desembocan en difíciles situaciones familiares. Sin embargo, tampoco creo que la exigencia sea el pasaporte de garantía al cambio. Supongo que apelamos al equilibrio entre comprender (y para ello hace falta escuchar) y acompañar, en este camino a la edad adulta.
¿Qué les queda a los jóvenes?
¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafiti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros
¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar/ abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar
¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan/ abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno/
sobre todo les queda hacer futuro a
pesar de los ruines del pasado
y los sabios granujas del presente.
Mario Benedetti
Fuente: Centro de Terapia Cognitiva