
El cliente toma la iniciativa (siempre ha de ser así) motivado por un deseo profundo de cambio, de búsqueda de ayuda ante la imposibilidad de autoapoyarse. Tiene alguna referencia a través de un amigo o conocido que ha ‘pasado’ antes, por medio de algún artículo, de su web o por diversos circunstancias que en un momento dado de esa primera cita le lleva a preguntarse: «¿qué hago yo aquí?».
Por su parte, el terapeuta solo conoce un nombre y una voz trás la llamada de teléfono, es un breve instante de tiempo suficiente para convenir un día y una hora. En ocasiones el cliente quiere saber más cosas: de qué se trata, cuánto durará, si esto que le ocurre es ‘normal’, el precio,… muestra su ansiedad de salir del lugar donde se encuentra. Sin embargo, el terapueta no necesita más, es suficiente, y de esta forma no entra en el mecanismo automático del posible cliente. Será ya en consulta por medio de su narración y de la forma de mostrarse como se entra en el núcleo del problema.
…no es el momento de revisar nada, ni de promover otros cambios que aquellos que estrictamente requiera la situación. Utilizando una metáfora que a veces explico a mis clientes, si en medio del mar te encuentras en una gran tempestad, es momento de sujetarte donde puedas, de tomar algo contra el mareo, pero no es el momento de ponerte a estudiar o a ordenar los libros de la estantería.
Cuando el dolor aprieta y parece que sólo hay dolor, es momento de vivirlo, de transitarlo, de respirarlo, de compartirlo, y no de otra cosa. Intentar comprender, resolver el conflicto entre culpabilizarse o culpabilizar, etc. no llleva a nada en momentos así, por más fuerte que sea el impulso a ello. Cuando las aguas estén más tranquilas será el momento de abordar lo que ya veremos cuando lleguemos allí.
Situaciones así se producen, por ejemplo, ante la muerte de un ser querido o ante una separación brusca. Pero también ante situaciones menos estresantes (aunque también estresantes). Por ejemplo, un cliente acaba de ser despedido de su empleo. En ese momento pretende entender qué ha pasado, en qué se ha equivocado, qué ha hecho mal o qué abusos han estado cometiendo con él sin que se haya percatado hasta ahora. Pues no, señor. Ahora no. Ahora es el momento de dejar pasar el tiempo (desde el punto de vista terapéutico), compartiendo sentimientos, si la ocasión se presta y sin más pretensión. Y, desde un punto de vista práctico, es el momento de ponerse a buscar un nuevo empleo (salvo que el cliente quiera darse un tiempo de tranquilidad o de reflexión).
Luego, cuando se encuentre en una situación un poco más estable desde el punto de vista laboral y/o económico, ya revisaremos lo que haga falta revisar en ese momento.
Fuente: GESTALT PONTEVEDRA