lo mio es peor

El otro día escuchaba una conversación (o discusión, según se mire) entre dos amigos que decía algo así:
S: -Me has defraudado porque te he necesitado y no estabas ahí. Con lo mal que lo estoy pasando! Te dije que mis padres se han separado y he necesitado hablar y ni me has enviado un mensaje preguntándome.
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P: -¿Qué me estás contando? Me dijiste que no querías hablar del tema. Y yo te contesté que cuando quisieras hablar que me lo dijeras. Si me hubieras llamado a las dos de la mañana estaría ahí. Pero no soy adivino y no sé leer los pensamientos!
S: -¡Es que no me has enviado ni un solo mensaje! ¿Qué te costaba? Lo estoy pasando muy mal y pensaba que tenía un amigo y ya veo que no se puede contar contigo para los malos momentos.
P: Quizá sea un mal entendido. Yo estaba preocupado por ti, pero he considerado que era respetuoso en lo que habías pedido. Además yo también he tenido problemas familiares, ha habido una gran movida entre mi hermana, su novio y mis padres. Y además se ven en medio mis sobrinas pequeñas.
S: -¡no me compares! No tiene nada que ver. ! Lo mío es peor!
La conversación seguía. Pero era más de lo mismo.
¡Cuántas cosas me han hecho pensar y reflexionar esta historia (que en terapia también la he escuchado en otros momentos).
Por un lado creo que uno percibe que “le defrauda” otra persona cuando pone unas expectativas, o unos objetivos que el otro ha de cumplir. ¿Qué es lo que está fallando? ¿Quizá las metas no son reales? ¿ no son consensuadas? ¿ no son explícitas? El examen y la nota lo pone el defraudado. Creo que se tiene que entender que hay una diferencia entre “la necesidad de pedir” y “la decisión de dar o no”.
Por otro lado, aún vivimos con la fantasía que el otro tiene el poder de leer nuestros pensamientos y saber qué necesitamos (aspecto que es muy común en las relaciones de pareja). Y el más difícil todavía es cuando se da un mensaje “x” pero lo que se quiere es lo contrario.
Y el último tema que me llama la atención (tanto en mi vida profesional como en mi vida personal) es la necesidad de comparar sufrimientos: “lo mío es peor”.
He oído en diferentes momentos ejemplos de este tipo:
· Hablando dos personas de una persona viuda y de la madre del difunto:
-«la madre está sufriendo más porque lo peor que le puede pasar a una persona es perder a un hijo»-. Y la otra contestar; – «¡No!. Lo peor es que se te muera tu pareja. Ya que es la persona que decides que sea tu compañero de viaje toda la vida-”
· En un velatorio de una persona que muere después de años de sufrir un cáncer, un visitante le comenta a una prima de la viuda:
-Lo que te pasó a ti el año pasado fue peor, porque tu marido se murió de golpe. Tu prima ha podido despedirse.
¿Qué más da de qué color es el sufrimiento de la persona? Cuando se hace esto ,automáticamente estás infravalorando el dolor del otro. ¿Qué busca la gente con esto? ¿Mostrar que es más victima? ¿Qué se merece más consuelo? ¿Qué es mejor persona? Creo que los dolores son incomparables y todos son igual de respetables. Esto puede ser un ejemplo de poca capacidad de poder empatizar con el dolor del que se tiene delante.
A mí me despierta todo esto ¿A qué conclusión llegas tú al escuchar a estas personas?

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