¿Sabías que bastan cuatro minutos para generar en nuestra cabeza una idea de cómo es una persona?
Muchas veces colgamos etiquetas a la gente nada más conocerla, esta persona es amable, simpática, elegante, merece la pena, es sosa, solo hace perder el tiempo, es tonta, etc… lo que muchas veces se nos olvida es que todas esas etiquetas son solamente opiniones, juicios de valor, realizados desde nuestro punto de vista.
Una vez etiquetada la persona, nos creamos un concepto de ella que grabamos a fuego en nuestra mente, y que aplicaremos cada vez que interactuemos con ella.
Estos juicios, etiquetas, conceptos, acaban influyendo en nuestra actitud hacia esa persona, llegando incluso a hacernos llegar a la conclusión de que una persona no vale la pena, incluso cuando no le hemos dado la oportunidad de demostrarlo.
¿Cuántas personas tienes “etiquetadas” en tu vida?
¿Acaso las conoces lo suficiente como para saber realmente como son?
¿Acaso les has dado la oportunidad de demostrártelo?
El filtrar la información que recibimos de nuestro exterior según nuestro punto de vista es algo habitual, me atrevería a asegurar (con el peligro que conllevan las generalizaciones) que prácticamente todo el mundo lo hace.
Cuando vayamos a relacionarnos con una persona, hay que evitar el realizar juicios sobre la persona en su totalidad, debemos centrarnos en la acción en concreto.
Ejemplo:
Juan trabaja de camarero en un pequeño bar de su barrio, y es un excelente camarero, sin embargo no sabe hacer bien los cafés (nadie es perfecto).
El cliente B, al pedir un café piensa: Vaya café me ha puesto…este chico no sabe poner cafés.
En el primero de los casos, el cliente A, ha realizado un juicio sobre la persona de Juan (es mal camarero), en el cual pone en evidencia la capacidad de Juan para trabajar como camarero, mientras que el cliente B, ha realizado un juicio sobre la acción (no sabe poner cafés, pero puede ser un excelente camarero), lo que evidencia una debilidad de Juan, pero no le incapacita para desempeñar de forma excelente el resto de labores de camarero.
Otra de las cosas que solemos filtrar de manera habitual es lo que la gente nos cuenta…
¿Cuántas veces te ha contado alguien un problema que tenía y has pensado…”Vaya tontería…”?
¿Acaso te has parado a pensar que para la persona que te lo cuenta puede ser realmente un problema?
El ponerse en el lugar del otro y ver el mundo desde su punto de vista es lo que se conoce como empatía.
La empatía supone el “apagar” nuestros filtros internos e intentar ponernos en la piel de la otra persona, el concepto en sí es fácil de explicar, sin embargo el hacerlo requiere mucho trabajo, y sobre todo voluntad.