Máscaras

Quisiera inaugurar mi blog compartiendo un texto que este verano ha llegado a mis manos y cuyo autor desconozco. Su contenido me hizo pensar… dice así:
«No te dejes engañar por mí, no te engañes con las máscaras que yo utilizo, pues yo uso miles de ellas y ninguna soy yo. Fingir es un arte que se ha transformado en una segunda naturaleza para mi, pero no te engañes.
Yo doy la impresión de que soy seguro, de que todo está bien y en paz conmigo, que mi nombre es confianza y tranquilidad es mi lema; que las aguas están calmas y estoy en el mando sin necesitar a nadie. Pero no creas en todo eso, por favor. Mi apariencia es tranquila, sin embargo es sólo una apariencia. Ella es una máscara superficial, máscara que siempre cambia de acuerdo con la ocasión.
Abajo de ella no hay tranquilidad ni calma. Abajo de todo eso vive una parte de mi confusa, miedosa y abandonada. Pero yo oculto todo eso, pues yo no quiero que nadie lo vea. Yo siento pánico ante la posibilidad de que mi parte débil se quede expuesta y entonces yo mantengo mi rol, mi fachada de quien no se deja tocar, para ocultarme de la mirada que pueda ver. Pero esa mirada, muchas veces, puede ser justamente mi rescate. Mi única salvación y, en el fondo de mi, yo lo sé. Es la única cosa que puede empezar un proceso de auto rescate, liberarme de mi mismo, de los muros de la prisión que yo mismo construí, de las barras y de las garras que yo mismo, tan sufridamente, construyo. Pero yo no digo nada de eso a ti. No me atrevo. ¡Tengo miedo!
Yo tengo miedo de que tu mirada no venga acompañada de acogida, aceptación, de amor. Tengo pánico de que tu me desprecies, que puedas deshacerte de mi más aún de lo que ya me lo hago yo a mi mismo, haciendo con que yo me sienta más herido… Yo tengo miedo que al ocurrir eso, encuentre dentro de mi una señal de que ‘yo no valgo nada’ y que el mundo vea y me rechace.
Entonces, yo sigo viviendo mis juegos, mis juegos de fingimiento, con la fachada de seguridad afuera, ocultando un niño temblando adentro. Continúo llevando mis mácaras, todas vacías y mi vida se transforma en un campo de batalla. Yo mantengo una conversación inútil y superficial. Te digo a ti muchas cosas que no tienen la menor importancia, callando aquello que arde dentro de mí. Pero no te engañes por esa rutina. Por favor, escucha con atención y escucha aquello que no estoy diciendo, y que desearía decir, aquello que necesito, pero que no soy capaz de decir. No me gusta esconderme, sinceramente no me gusta. Lo que realmente me gustaría será ser genuino, espontáneo, yo mismo.
Pero necesito ser ayudado. Tu puedes ayudarme, tomándome la mano, aunque cuando esto sea la última cosa que yo demuestre necesitar. Cada vez que me siento acogido y escuchado, cada vez que alguien intenta comprenderme, demostrando aceptación, dos alas nacen en mi corazón. Alas pequeñas y frágiles, pero ALAS. Con sensibilidad, afecto y comprensión, yo me siento CAPAZ. Esa tarea no es fácil ni para mi ni tampoco para quien intente ayudarme. Las ideas y creencias de que no valgo nada son muy antiguas y han creado muros fuertes. Sin embargo, existen actitudes y sentimientos más fuertes y poderosos que estos muros y es allí donde está mi salvación. Por favor, ayúdame a destruir estos muros con manos fuertes, pero gentiles, ya que hay puntos de mucho dolor.
Y ahora, podrías preguntar ¿quién soy yo?
Yo soy una persona que convive contigo a diario; porque yo soy cada hombre, cada mujer, cada niño… cada ser humano que encuentres»
Es un precioso alegato al autoconocimiento, a expresar esa ayuda que se queda en la garganta y que clama por ser genuino. Es la reflexión iniciática al desarrollo personal, al crecimiento, al verdadero darse cuenta de los personajes que hemos ido creando en nuestras vidas, las máscaras, y que necesitamos retirar una a una, con mucho cuidado, y atrevernos a ser nosotros…
Todo un proceso de vida. Si miramos a nuestro alrededor descubriremos esas personas que nos darán ALAS con su ternura y comprensión y, a quienes nosotros entregaremos nuestro apoyo. El rodearnos de esos seres depende de nosotros, como depende el hacer de nuestra vida algo sincero. El resto es consumir tiempo, perderlo, y ese, nunca volverá.
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