Parece mentira, pero cuando adquirimos una relación, sea el tipo de relación que sea, nunca advertimos la realidad de que esa relación no va a durar para siempre.
Querido amigo, hemos compartido tantas cosas. Parecía que íbamos a estar siempre juntos y sin embargo hoy estoy aquí acompañándote en tu fin. Te recibí con tanta ilusión… y aunque al principio me costó entenderte, enseguida comprendí tu manera de funcionar. Te he llevado conmigo siempre, aunque ya sabes que eres un pesado, pero me ha dado igual, porque te he tenido cuando te he necesitado, y aunque en varias ocasiones me has fallado, dándome por ello más de un disgusto y a veces, incluso, me has costado dinero, eres parte de mi vida. Juntos hemos hecho cosas increíbles, algunas de ellas impensables. Me he desahogado contigo cuando estaba deprimida y siempre, siempre me has aliviado. Me has entretenido, me has hecho reír y también llorar. No quiero que te separes de mí. Ya sé que en ocasiones te he dado mala vida, no te he tratado bien, pero sólo cuando me has ignorado. Sabes lo mucho que me molesta que me ignoren, y tú, hubo un tiempo que ibas a tu bola, se te cruzaron los cables, pero luego volviste a ser tú, como siempre has sido, volvimos a ser uña y carne. No me creo que me esté despidiendo de ti, nunca habrá otro igual que tú. Me has enseñado tanto de la vida, hemos compartido tanto… que mi vida no tiene sentido sin tu compañía. Quizás estas sean las últimas palabras que escribo sobre tus teclas.
Te echaré de menos, mi querido, viejo y cansado ordenador. Espero que tú, desde el cielo delos ordenadores, me eches de menos a mí también.