Se trata de enfocar nuestra mente hacia lo que realmente importa y a la vez desprenderse uno de la complicada lógica del propio ego. A veces no podemos ver claramente la solución a un problema o conflicto que nos atenaza y desespera. Cuantas más vueltas le damos, vamos añadiendo dificultades, complicándolo, no hallando la solución.
Nos indican que nos pongamos en el lugar del otro para sentir empatía desde un punto de vista que no sea el nuestro. No siempre funciona, porque nos cuesta olvidarnos de nosotros mismos y distanciarse del problema parece difícil.
En cambio, si asumimos un rol mítico; es decir, nos enseñan y orientan para identificarnos con un ser o personaje simbólico que representa las cualidades de las que carecemos, sí que resulta más sencillo lograr una resolución que, por un lado, nos tranquilice y, por otro, nos lleve a aclararlo todo.
El pensamiento axial nos sirve para conseguirlo, casi como un juego, utilizando una tabla de correspondencias, que el coach enseña a utilizar mediante un análisis serio y realizando una conjunto de ejercicios mentales o alegóricos que convenzan al cliente que de él depende arreglar las cosas satisfactoriamente.
Realmente funciona, porque cuando las emociones nos sobrepasan y nos impiden razonar como es debido, podemos interactuar con la realidad con otra modalidad de pensamiento y acción.
Fuente: Jordi Milian – Coaching