Pétalo 235 :) Commuters Coexisting

Hace relativamente poco tiempo, muy poco tiempo, por no decir que fue ayer, o mejor aún hoy mismo, habitaban en una gran ciudad muy parecida a esta como en la que vives ahora mismo o has vivido durante un tiempo, pues como decía, vivían algunos animales que habían abandonado la sabana africana y otros lugares al carecer de medios para subsistir allá y se habían venido a continuar su trayectoria vital a mi ciudad dado que en principio parecía que ofrecía muchas mayores oportunidades.

Y si, digo bien vivían, porque no es lo mismo vivir que convivir, vivir en realidad lo hacemos todos, ya que respirar, comer, dormir, trabajar y divertirnos lo sabemos hacer todos; en cambio convivir compartiendo la existencia con otros muy diferentes y no afines a nosotros es harto dificil, ya que para ello hemos de cambiar, y cambiar no es fácil ya que requiere esfuerzo y tolerancia.

Solemos pensar que los que han de adaptarse son los que llegan, como bien díce el dicho, «Donde fueres haz lo que vieres», o «If you go to Rome do as the romans do»; cuando en realidad lo que ha de primar es que «Si yo cambio todo cambia» y si todos cambiamos el futuro será el que todos anhelamos.

Como bien sabeis soy bastante observadora y todos los días cuando viajo en autobus detengo mi lectura un instante para pararme a observar, y os preguntaréis observar qué, pues sencillamente detectar mediante indicios en los comportamientos de otros qué puedo aprender de ellos, y qué han tenido que aprender estos nueve animales, tan diferentes entre ellos, tan diferentes a mí, y a la par tan iguales ya que las barreras que han de superar para adaptarse a mi ciudad suelen ser las mismas para casi todos nosotros, en especial para ellos.

Y si es cierto que en ellos percibo un mérito especial ya que a mí me resultaría casi imposible adaptarme a la sabana o sus lugares de origen, sinceramente no creo que pudiera adaptarme, en cambio ellos conviven en la gran ciudad, es más incluso en la organizaciones.

Todos quizá tengamos entre nuestros familiares, amigos, colaboradores cercanos algunos de estos animales como parte de nuestra obra de teatro. Y si nos pusiéramos en su lugar en muchas ocasiones nuestras relaciones serían mucho más sencillas y fructíferas para todos, lo que ocurre en la gran mayoría de ocasiones es que cada uno de nosotros sólo piensa en su postura no en la del otro, nos movemos en nuestro círculo, para qué molestarnos y ocuparnos en el espacio del otro.

Y hoy como cada día, y en especial hoy, viernes día 8 de Octubre día de la Convivencia, ni tan siquiera saqué mi libro, ya que me resultaba mucho más interesante dejar la lectura de un afamado escritor y su modo de percibir y sentir el mundo, por el simple hecho de observar a seres que han sabido y saben superar las dificultades que encuentran en su entorno, adaptarse a ellas, y por supuesto convivir en el nuevo habitat.

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Pensaba contaros uno de mis cuentos para esta gran ocasión, y contaros las historias diarias de los nueve animales que ahora conviven en esta ciudad conmigo y con otros tantos commuters, aunque casi mejor lo dejaré para sucesivos cuentos en los que los protagonistas serán ellos, esos personajes de los que tanto aprendo por ser tan diferentes a mí, o quizá tan similares, ya que todos tenemos algo de ellos y hoy, sólo os presentaré a aquellos de quienes aprendo y los que más me sorprenden:

Ese oso conciliador que salió de las montañas del norte, algún día os hablare de la avestruz que tiñe de perfección todo o que hace o díce, una símpática cebra que está siempre a disposición de los demás olvidándose en múltiples ocasiones de ella, la hiena que goza de una paciencia infinita y se detiene a esperar para terminar siendo implacable, el buitre ese eterno solitario que en cierto modo todos llevamos dentro, uno de mis favoritos el buho observador que es espectador de todo lo que ocurre no formando parte de la obra, la solidez y lealtad que nos muestra el elefante, la ilusión que nos provoca ver al entusiasta chimpancé en sus quehaceres y no podía faltar el león que en la gran ciudad ha de encontrar de nuevo cuál es su territorio, marcarlo sin pisar el espacio de otros; todos ellos han de conservar su identidad sin pisar la de otros y de todos ellos aprendo a diario.

Me gustaría terminar mi reflexión sobre la convivencia haciendo hincapié en nuestro día a día, ya que solemos centrarnos al pensar en convivir en personas y animales de las antípodas; cuando en realidad la esencia del convivir se demuestra con todos a diario, y ciertamente a veces solemos tolerar mucho mejor lo lejano que lo cercano porque nos es mucho más fácil reencuadrar a animales de otro ecosistema que a los del nuestro propiamente dicho.

A veces nos es más fácil participar en actividades orientadas a la convivencia de otras culturas cuando no tenemos tiempo para visitar a nuestros seres cercanos, cuando no dedicamos tiempo a nuestros hijos, cuando no saludamos a quien vemos a diario, evidentemente ya sería mucho pedir el sonreir ya que alegra el alma de quien lo recibe, así que más nos valdría no sólo tolerar, palabra que no me gusta, sino procurar convivir.

Convivir no sólo con los lejanos o no afines a tí, sino también con los cercanos, ya que cuando yo cambio todo cambia, prueba a partir de hoy con una sencilla sonrisa y descubrirás su efecto milagroso para la convivencia.

Un abrazote. Mari Cruz

Fuente: Cruz Coaching

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