Poema de Gilgamesh

«(…)
Tras haber andando cuatro dobles leguas, la oscuridad era profunda: no había luz, nada veía delante, nada veía detrás.

Tras haber andado cinco dobles leguas, la oscuridad era profunda: no había luz, nada veía delante, nada veía detrás.

Tras haber andado seis dobles leguas, la oscuridad era profunda: no había luz, nada veía delante, nada veía detrás.

Tras haber andado siete dobles leguas, la oscuridad era profunda: no había luz, nada veía delante, nada veía detrás.

Tras haber andando ocho dobles leguas, lanzó un grito, la oscuridad era profunda: no había luz, nada veía delante, nada veía detrás.

Tras haber andado nueve dobles leguas, notó el Viento del Norte, el cual, con su soplo, le rozó su cara, pero la oscuridad era profunda: no había luz, nada veía delante, nada veía detrás.

Tras haber andado diez dobles leguas, el Oriente, sin duda, estaba próximo; pero la oscuridad aún cubría un cuarto de doble legua.

Tras haber andado once dobles leguas, la aurora apuntaba.

Tras haber andado doce dobles leguas, vio lucir la claridad.
(…)»
Scroll al inicio