Entre bocado y bocado, me encuentro en la “Caja tonta” un enfervorizado debate sobre la prohibición de los Crucifijos en las escuelas, que si sí, que si no, que si somos aconfesionales, que si al final se va a prohibir celebrar la Navidad,…
Ya sabéis, cuando nos ponemos a polemizar e intercambiar opiniones y empiezan a formar parte de la discusión las creencias más arraigadas de cada uno (Fútbol, política y religión, por poner ejemplos muy habituales), comienza a hacerse cuesta arriba poder llegar a un acuerdo e incluso, en ocasiones nos encontramos a nosotros mismos diciendo barbaridades (Espero que no se lo más habitual entre vosotros, queridos lectores)
Siempre he pensado y cada vez estoy más convencido de ello, que lo que suele empezar por “no”, por “quitar” o por “prohibir” generalmente no suele servir para construir, mejorar o avanzar, de modo que, desde mi posición y mi trabajo como Coach y tratando siempre con personas en mi actividad, no puedo transmitir el “no” como parámetro vital.
Pero no me voy a ir por las ramas y retomo la idea primera y os propongo lanzar una solución a la polémica que se planteaba en el debate televisivo, a ver qué os parece.
Lanzo una “Enmienda a la Totalidad” y propongo autorizar en las escuelas todos los símbolos religiosos de los niños de cada aula, de modo que todos tengan acceso a una Biblia, un Corán, un Crucifijo, una Estrella de David, etc.…
… pero voy más allá y propongo que cada semana por ejemplo, los niños de una religión expliquen al resto de la clase en qué creen, por qué llevan velo y qué significa; cuál es el simbolismo de la cruz, por qué se sienten el pueblo elegido o por qué sus padres de declaran agnósticos o ateos militantes,… y que se les pueda hacer preguntas y cada profesor pueda moderar un diálogo limpio, respetuoso y que persiga un mayor conocimiento por parte de todos de la religión que profesan los demás.
Propongo que los símbolos dejen de ser armas de división, para ser lo que son, representaciones de las creencias de pueblos diversos, todas ellas probablemente dedicadas a la búsqueda de la verdad, del bien y de la “salvación” entendida en la forma que sea en cada caso… y siempre dignos de respeto por ser lo que son.
Quizá sería un modo de luchar contra la ignorancia, los pre-juicios, la xenofobia o la intolerancia; una manera de enseñar a los niños de hoy -que no dejan de ser los que nos gobernarán mañana, no lo olvidéis- que la diferencia no es mala, sino buena y que de la variedad sale la riqueza y que probablemente con un poquito de atención, escucha y tolerancia este mundo puede ser un poco más “inteligente” que lo que nos demuestran determinadas polémicas extremistas y absurdas, que “capan” el intelecto, la razón, las emociones, la libertad y la Humanidad de los Humanos.
No se que os parece a vosotros, pero yo creo que mis ideas, mis sentimientos y mis creencias son sólo los míos y los de los que piensan como yo, creo que pueden ser diferentes de los tuyos y a pesar de ello podemos convivir en armonía respetándonos y valorándonos,… sólo tenemos que escuchar,… y el roce hace el cariño… si tu quieres.
Si os parece bien, proponédselo a vuestro representante político en el parlamento.
Fuente: COACHING PRÁCTICO