Cuando expulsamos de nosotros aquello que no aceptamos, cuando no reconocemos partes de nuestra personalidad (motivos, deseos, emociones) y las trasladamos al otro, hablamos de la proyección. También proyectamos cuando no reconocemos un dolor que padecemos en alguna parte del cuerpo, nos enajenamos de ello, como si no perteneciera a nosotros.
Lo que aquí sucede es que la persona no reconoce los límites entre ella y el otro, no hay distinción entre ella y lo de fuera.
La proyección correspondería al refrán «Ver antes paja en ojo ajeno que viga en el propio».
En frases como «la gente se entromete en mi vida y no me deja en paz», «esta mujer es una seductora y está jugando conmigo» o «este dolor de rodilla no me deja caminar » podemos ver el mecanismo de la proyección.
Recuperar la proyección sería hablar en primera persona y hacernos cargo de la situación como algo que nos concierne a nosotros: «yo me entrometo en la vida de la gente y no la dejo en paz» «yo soy un seductor y estoy jugando» o » me duele la rodilla tanto que no puedo caminar».
El tomar contacto con la situación y hacernos responsables de ella nos da la posibilidad de regularla y conducirla hacia aquello que necesitamos.
Isabel M. Chueco Ruiz
Fuente: Gestalt-Be