Solos para todo

Muchas familias monoparentales, entre las que me incluyo, hemos sentido esa espada de damocles en nuestro día a día. Así, continuamente pueden aparecer esas preguntas al estilo de …
¿Y si me quedo sin trabajo?
¿Y si me pasa algo?
¿Y si mi hijo se pone malo?
¿Y si me mandan a un viaje de trabajo?
Y una de las que más pesa, ¿y si me quedo sin dinero?
Si eres familia monoparental se que entiendes perfectamente qué estoy diciendo, porque a mi todavía me cuesta que aquellos con una realidad distinta entiendan cómo estas ideas se instalan en nuestras cabezas y menos ponerse en nuestra piel.
Esta es una realidad que vivimos o que elegimos vivir. Clarifico esto. Cuando estamos concentrados en esos ¿y si…?, estamos enfocados en esa parte negativa. El lenguaje como he escrito en otras ocasiones es un gran creador de realidades. Cuanto más te enfocas en esa idea, más estás dando lugar a generar esa situación. Esto se llama efecto pigmalión.
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Las situaciones siguen ahí muchas veces, aunque es mucho más útil disponer de herramientas y habilidades para afrontar estos momentos que estar conectados continuamente con esa sensación, con ese miedo.
El efecto pigmalion es la profecía autocumplida y he aquí un cuento para que puedas entenderlo:
«Érase una vez un hombre que vivía muy cerca de un importante cruce de caminos. Todos los días a primera hora de la mañana llegaba hasta allí donde instalaba un puesto en el cual vendía bocadillos que él mismo horneaba.

Era sordo, por lo tanto no escuchaba la radio, no veía muy bien. Ni un solo día leía diarios, ni veía televisión pero eso si… vendía exquisitos bocadillos.

Meses después alquiló un terreno, levantó un gran letrero de colores y personalmente seguía pregonando su mercancía, gritando a todo pulmón: ¡Compre deliciosos bocadillos calientes! Y la gente compraba cada día más y más.

Aumentó la compra, alquiló un terreno más grande y mejor ubicado y sus ventas se incrementaron día a día. Su fama aumentaba y su trabajo era tanto que decidió llamar a su hijo, un importante empresario de una gran ciudad, para que lo ayudara a llevar el negocio.

Al llamado del padre su hijo respondió: ¿Pero papá, no escuchas la radio, ni lees los periódicos, ni ves televisión? Este país está atravesando una gran crisis, la situación es muy mala, no podría ser peor.

El padre pensó: ¡Mi hijo trabaja en una gran ciudad lee los periódicos y escucha la radio, tiene contactos importantes… debe saber de lo que habla!

Así que revisó sus costos, compró menos pan y disminuyó la compra de cada uno de los ingredientes, dejando de promocionar su producto.

Su fama y sus ventas comenzaron a caer semana a semana.


Tiempo después desmontó el letrero y devolvió el terreno. Aquella mañana llamó a su hijo y le dijo:
-¡Tenías mucha razón, verdaderamente estamos atravesando una gran crisis!»
Nuestro lenguaje, nuestras creencias son cruciales a la hora de enfocarnos en las situaciones diarias. Podemos cambiarlo, podemos educarlo, podemos crear nuevos patrones, nuevas reglas que nos ayuden. Yo he podido experimentarlo y apoyar a otros en situación de monoparentalidad a encontrar esas nuevas creencias, a generar nuevas palabras para su vida cotidiana.

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Susana García Gutiérrez – Coach Profesional
1ª Coach de Familias Monoparentales
http://www.coachingatualcance.com/

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