Cuando se acercan los días de Navidad, algo en la vida de todos cambia, a pesar de la rutina, de las ocupaciones y el estrés de la sociedad, por encima de las campañas publicitarias y el desenfreno comercial de una navidad consumista, aunque tal vez lo intentemos negar o justificar como una inmensa y estudiada campaña de marketing, estos días tienen algo diferente
Hay personas que viven la navidad como un tiempo de recuerdos, la mayoría tristes, por lo que se perdió, de nostalgias, de sentirse inapropiados o incompletos, recuerdan familiares que ya no están, personas amadas que se perdieron, faltas de afecto o abandonos presentes o anteriores, y prefieren que pase rápido este tiempo e intentan distraerse, de qué… probablemente distraerse de su propia vida.
Otras personas intentan hacer de la navidad un tiempo especial, quieren que todo luzca un ambiente diferente, creen en mensajes positivos, en sentimientos nobles, y piensan qué pueden hacer para sentirse mejores personas, para acercarse más a un mensaje de paz y esperanza de la navidad. En definitiva, por una parte o por la otra, hay un cambio en la vivencia del tiempo; evidentemente la “fiesta” en su concepción antropológica es una ruptura del tiempo cotidiano, lineal, es un tiempo diferente, gracias al cual la rutina se hace más llevadera, porque sólo rutina y cotidianeidad podría resultar insoportable.
Por eso, son necesarios esos saltos que nos afectan en nuestra propia vida, porque rompen con la monotonía y nos hacen trascender y recuperar lo que somos, para no quedarnos en lo que hacemos. Pienso que hacernos conscientes de esta realidad nos permite aprovechar mejor la vida y sus tiempos especiales.
¡Oh, tiempo, que te me escapas! ¡Qué pronto te me vas!
Esas son algunas de las exclamaciones de poetas y pensadores acerca del tesoro más incalculable que tiene el ser humano: el tiempo. Mucho se ha hablado del tiempo, y a veces hasta perdemos tiempo disertando sobre ello, sin aprovechar en la práctica cada segundo de este excelso río que transita sin parar y que a su paso arrastra todos los vestigios de una primavera, de unas ilusiones que no volverán.
El tiempo de cada quien está ahí, sólo debemos saber encontrarlo, administrarlo con propiedad. Ser verdaderos sabios al utilizarlo, darle prioridad a las cosas que realmente lo merecen. Establecer una escala en la importancia de nuestras actividades e ir detrás de ellas hasta alcanzarlas, porque ¿quién tiene garantía de que podrá hacer algo mañana? ¿quién sabe lo que mañana ocurrirá? Nadie, nadie tiene ese mágico poder, por eso todo lo que podamos hacer hoy, no lo debemos dejar para el otro día.
Cada persona debe establecerse su propio tiempo. Tiempo para amar, tiempo para trabajar, para recrearse, para crecer,…. tiempo para ser. Las horas que se han ido, nunca se recuperarán, ya se cumplió su tiempo y por más que nos esforcemos, ellas ya no están, pues cada tiempo, tiene su tiempo y si no lo aprovechamos, indiscutiblemente lo perdemos.
Desde que nacemos, nuestro tiempo comienza a correr, nunca se detiene, sólo sigue su transitar y somos nosotros los humanos, quienes con él, a su paso, tenemos que marchar. No obstante, hay muchas personas que dejan pasar su tiempo esperando la felicidad, ésa que nunca llega, porque no la han sabido buscar.
Otros, se olvidan del tiempo, y únicamente se percatan de ello, cuando es tarde ya, entonces quieren correr detrás de los años que se han ido, que se han desperdiciado como una semilla en un terreno hostil e infértil. Es en esos momentos cuando nace la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue, de los sueños que no se realizaron y los caminos que no se recorrieron. Y eso, es realmente triste, sí, definitivamente muy lamentable, porque esta vida es una sola oportunidad. Entonces, ante la fugacidad de los años, de los días, de las horas ¿Cómo podemos administrar nuestro tiempo en este mundo globalizado, complejo y tan dinámico? Simplemente haciendo una revisión de nuestras prioridades, metas y objetivos. Sabiendo qué queremos, qué tenemos y hacia dónde vamos. Estableciendo tareas inherentes a lograr las metas propuestas, dado que sin una planificación, seremos como marineros perdidos en mar adentro cuyo tiempo está a la disposición de las turbulentas aguas.
En consecuencia, aprovechar el tiempo es, saber exprimir cada instante, es vivirlo. La mayoría de las veces estamos donde no queremos estar, hacemos lo que no deseamos, y en situaciones como esas, sólo perdemos el tiempo. Debemos ser dueños de nuestro tesoro más preciado. Aprovecharlo al máximo, significa que decidamos qué hacer, cómo, cuándo y con quién, pues sólo nosotros tenemos la facultad de administrar nuestro tiempo y saber vivirlo con el maximo de provecho.
Si trabajamos, debemos hacerlo en aquellas actividades que sean placenteras, que nuestra labor nos cauce emoción, pasión y un gran deseo de dedicarle nuestro mayor disposición y así no lo estaremos perdiendo, sino más bien lo estaremos disfrutando y aprendiendo cada minuto que pasa. Es probable que señalemos que la mayoría de las veces uno no hace lo que quiere porque debe trabajar en otras actividades que le reditúan mayor estabilidad económica. Piense y mientras atraviesa lo que debe hacer, anhele lo que quiere hacer y usted cambiará sus circunstancias. En muchas oportunidades, por complacer a los demás, echamos al viento nuestros momentos. Pasamos horas escuchando charlas o conversaciones tan estériles e insulsas que no aportan gran cosa para nuestro crecimiento.
Otras veces regalamos tiempo, cuando nos abocamos a realizar actividades de las que no estamos convencidos, sino que como ovejas de un rebaño, nos dejamos llevar. Todo el que quiera evitar la pérdida de su tiempo, debe dedicar un poquito de tiempo a pensar lo qué hará cada día, porque no todo lo importante es urgente, y aquellas cosas urgentes, necesariamente no son importantes, por lo que es necesario tener una clara visión de lo que debemos hacer y por qué lo hacemos. Si establecemos esa escala de prioridades, y ejecutamos las tar
eas propias para lograr el objetivo, estaremos usando bien nuestro tiempo. Cada día tiene su propio tiempo y no debemos cargarle al otro día las tareas del anterior, ya que entonces se descompensa el equilibrio natural de ese tiempo y surgen las complicaciones, los errores y los traumas laborales.
Una manera de gozar, de aprovechar nuestro tiempo, es estableciendo plazos. Eso nos ayuda a ser concretos, a fijarnos límites y lograr tener un mejor control siempre y cuando atendamos los parámetros de la libertad y flexibilidad que como adultos podemos manejar. Lo más importante de todo este examen del tiempo, es que tengamos tiempo para ser personas realizadas, profesionales competentes, pero sobre todo seres humanos felices, de haber disfrutado de esta pasantía que es la vida.
En efecto, de qué le vale a un profesional ser brillante, si en otros aspectos es un individuo fracasado. El verdadero éxito está en lograr ser un una persona plena, tanto en el ámbito profesional, personal, familiar como ciudadano, y en estos casos, el tiempo juega un papel fundamental. Ya no hay más tiempo para perder, usted no puede dejar pasar más el tiempo. no volverá la primavera de ayer, porque lo que el tiempo se llevó, ya no retornará. Usted nunca más tendrá 15 años, si hoy sus hijos tienen una familia y cuando estaban en su regazo no los disfrutó tampoco lo podrá hacer ahora como debió hacerlo en el pasado.
El tiempo no perdona, no espera, simplemente pasa y luego sin querer nos castiga. Al tiempo le canto, al tiempo le escribo, a ese tiempo que se va, que se escapa inexorablemente llevándose consigo la niñez, la juventud, a los seres queridos que no disfrutamos.
El tiempo es efímero, se lo lleva todo y lo que no pudimos hacer en su momento, se convierte en frustraciones, y las frustraciones traen consigo amarguras, desilusiones y llanto. Si tiempo queremos tener, tiempo debemos darnos a nosotros mismos. Si hay algo en la vida que nunca se va a detener es el tiempo. Y con él se van muchas cosas. Risas, miradas, gestos, amigos, secretos, historias..
El tiempo nos deja el recuerdo de lo que fue y a veces ni eso queda, puede llevarse todo dejándonos sólo recuerdos de un recuerdo. El tiempo se desgasta. A veces lento, y a veces creemos que se esfumó de lo rápido que se nos pasó. El futuro es incierto, vivimos de recuerdos, de pasado… El tiempo se consume, vuela… Lo que hicimos ya no lo podemos cambiar. Nos arrepentimos de nuestro pasado y a veces volveríamos tan sólo un momento para revivir ciertas cosas. El tiempo pasa, los segundos corren dejándonos un pasado. Esto ya es pasado. Y esto también. Y esto… De eso se trata la vida, de aprovechar cada segundo, cada instante. De disfrutar del tiempo que corre antes de que se esfume transformándonos a nosotros mismos en pasado. El tiempo de navidad es también tu tiempo, hazlo tuyo… no lo dejes escapar