Aquellos padres que han sufrido una pérdida de embarazo muy temprana (en el primer trimestre de la gestación) conocida como aborto (y que en algunos libros lo figuran como «malparto», nunca despectivamente), vivieron en un tiempo en el que su embarazo era tal vez un secreto para algunas personas de su entorno, y el cuerpo de la mamá solamente demostraba pequeñas señas de una vida creciendo dentro de ella misma.
El perder a su bebé en esas primeras semanas del embarazo puede conllevar una serie de problemas únicos que otros padres no enfrentan al haber sufrido la pérdida de un bebé nacido y fallecido con nueve meses, o a finales de tercer trimestre del embarazo. Por ejemplo, se va a encontrar sufriendo la pérdida de una pequeñita persona que nadie conocía y que los papás casi tampoco, y sin embargo seguramente ya amaban intensamente. Y pronto descubrirán esos papás que nuestra sociedad no tiene el tipo de rituales que pueden necesitar algunos padres para ayudarles a decir adiós a un pequeñín que no ha nacido y que ha fallecido en una fase muy temprana de su vida (pues tuvo una vida intrauterina) y la dificultad de la sociedad para entender emocionalmente el significado de esta pérdida perinatal.
La comprensión de este aborto como una pérdida genuina, real, como un duelo y no sólo como un evento médico que además puede considerarse benigno (desconociendo el alcance hormonal, emocional, físico y psicológico de éste, por ejemplo cuando se realiza un legrado cuando es necesario) no siempre es fácil para las personas que rodean a la madre y al padre del bebé fallecido.
Hay padres/madres para los que esta supuesta tan «pequeñita pérdida» alcanza una gran magnitud y para otros es una gran decepción, y es importante conocer que ninguna de estas respuestas es ni correcta ni incorrecta, sino natural para esa persona en concreto. Y muchas de estas personas, especialmente madres, pues son ellas quién han llevado a su bebé creciendo en su interior, como una auténtica parte de ellas mismas, pueden necesitar ayuda y apoyo, no sólo para transitar por su duelo, sino también para lidiar con éste.
La madre puede necesitar hacer un proceso en el que la memoria de su bebé se convierta para ella en algo tangible (a la que le ha dado su espacio y tiempo), que le permita vivir ésta como una pérdida que ha logrado superar, sin que esto signifique que lo vivencie/sienta que ha olvidado a su bebé (algo que puede sentir/creer en una fase inicial del trabajo de dicho duelo: que cuando empieza a superar esta pérdida es como si hubiese olvidado a su pequeño perdido, algo que puede temer que esté ocurriendo).
Realmente la mamá cuando ha elaborado su pérdida de su hijo no nacido, siente que ha hecho su proceso para superarla , y vivencia que ahora puede seguir recordándole desde otro lugar, que no es el sufrimiento intenso y profundo de etapas anteriores de su duelo. Y para sentir asi ha necesitado pasar por sus propias fases de elaboración de su «luto».
Realmente la mamá cuando ha elaborado su pérdida de su hijo no nacido, siente que ha hecho su proceso para superarla , y vivencia que ahora puede seguir recordándole desde otro lugar, que no es el sufrimiento intenso y profundo de etapas anteriores de su duelo. Y para sentir asi ha necesitado pasar por sus propias fases de elaboración de su «luto».
En la siguientes entradas os hablaré más de cerca sobre estas pérdidas de un bebé en el primer trimestre de embarazo.
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Fuente: CENTRO PSICOLOGÍA GESTALT