La gestalt fue originalmente concebida como un enfoque , es decir, una forma de ver las cosas, un modo de interpretar el mundo, y este enfoque a su vez fue pensando como un enfoque “vivo” algo en permanente crecimiento capaz de nutrirse de los estímulos de los nuevos tiempos y de reformularse a sí mismo. Esto plantea la posibilidad de que este enfoque mute hacia nuevas combinaciones según la geografía, y las circunstancias en las que se aplique. Fascinante para una teoría humana, romper con los límites temporales y geográficos, permitir su reformulación, su crecimiento.
Quizás lo novedoso fue que la gestalt, contestataria como Goodman y Perls, contradecía algunos paradigmas imperantes. Por esos tiempos los investigadores miraban a la mente humana del mismo modo que las ciencias físicas miraban a sus objetos, a través de la lente de la linealidad causa-efecto. “Si podemos detectar las causas que producen los efectos no deseados entonces sería posible suprimir esos efectos” (síntomas por ejemplo). Y entonces cuando ya estaban cerca de cosificarnos, de pensarnos como una complicada serie de mecanismos de acción y reacción… la gestalt propone la idea de «configuración» ya no se trata de un elemento sino de una configuración en la que convergen innumerables variables, algunas de la persona, y otras del ambiente… y ahí introduce la noción de que el organismo y el ambiente son uno, son un campo indivisible y es imposible pensar el uno sin el otro. El ser humano no puede ser retirado de sus entornos ni pensado separadamente, ya que hay una permanente interacción con el medio; y si pretendemos comprender algo de lo que hace, debemos observarlo como una totalidad dinámica con su entorno.
Así como vuelve a unir lo separado también lo hace en su concepción del organismo, vuelve a pensar como una totalidad la dimensión biológica, emocional, y la racional; poniendo el acento en esa unidad y diseñando dispositivos de intervención dirigidos fundamentalmente a la conexión entre el cuerpo y las emociones.
Otros enfoques han llegado, y la gestalt ha hecho también sus movimientos, evidenciando que a más de cincuenta años de su creación es un enfoque jóven y vital, adaptable y compatible con las formulaciones más recientes, como el pensamiento complejo.
Perls y Goodman conciben al ser humano en sintonía con su entorno, algo simple y evidente para muchas tribus, pero no ciertamente para las que habitan las grandes ciudades. Construyen lo que llamamos una «mirada de campo», un hombre que, al ser uno con su ambiente, también experimenta su ritmo, su energía, los ciclos adentro–afuera por ejemplo que responde a la necesidad humana de contacto y de retirada.
La propuesta de pensar el sí mismo self como una función que se despliega en la frontera de contacto, en la zona de encuentro yo-medio es uno de los mpas fascinante conceptos; un si mismo como una función que emerge en el encuentro con el mundo. Si no hay contacto no hay sí mismo: somos en el contacto, ser es siempre ser-con-otros es ser-en-el-mundo.
Fuente: gestalt-blog