Con frecuencia se da en el mundo empresarial la dificultad de crear equipos de trabajo eficaces, eficientes, orientados a objetivos, proactivo, motivados, etc. en este artículo planteo qué factores influyen precisamente en que se genere y desarrolle un auténtico equipo de trabajo.
¿De qué depende que las cosas sucedan de tal manera, que permitan la formación efectiva de un equipo de trabajo? Desde mi experiencia, creo que uno de los factores más determinante a la hora de que los equipos se formen con facilidad es el nivel de auto-conocimiento de las personas que lo integran y sus capacidades conversacionales, es decir , su capacidad para hablar de lo que «les pasa». Cuando el nivel conversacional es alto, es posible una comunicación de expectativas clara, y la elaboración de planes ajustados a las circunstancias reales. En cambio, cuando faltan esos requisitos, surgen muchas más cortapisas y barreras que dificultan el trabajo y los resultados del equipo, que en la mayoría de las ocasiones no tienen que ver con las aptitudes de sus miembros.
¿Por qué he llegado a esa conclusión? pues porque veo que cuanto más se conocen las personas, y más conocen su realidad, tienen más facilidad para dar respuestas a las expectativas que ellas mismas se han creado y a las expectativas que otros han depositado sobre ellas, y por tanto contribuir con sus capacidades a alcanzar los objetivos marcados.
Desde un punto de vista de lo que sucede y tiene lugar en los equipos, creo que lo que dificulta su formación es que la mayoría de las veces las personas se sitúan un poco lejos de su condición humana, de seres con fortalezas y debilidades, con emociones y con necesidades.
El líder a veces asume el papel del «Mago de Oz» tratando de dar todas las opciones, todas las respuestas y todas las visiones, ( cerebro- corazón – coraje) a sus colaboradores, cuando realmente también es un hombre/mujer de carne y hueso que necesita que sus compañeros de viaje asuman su propio poder personal. No quiero decir que el líder no tenga una visión clarificada de hacia dónde quiere ir, y que su tarea consiste en transmitirla e inspirar a su equipo. Quiero decir que es bueno para el equipo ver que su líder también es vulnerable, y que por eso no es menos líder, sino todo lo contrario. De todas formas este extremo es más complejo de lo que aquí expongo, así que sirva esto como mera pincelada de la idea de que el líder debe mostrar su humanidad vs omnipotencia.
Por otra parte, para los colaboradores también es positivo hablar de sus puntos débiles, sus inquietudes, y asumir la responsabilidad de hacer el cambio. Para lograr ese cambio no basta con poner voluntad, ya que primero requiere comprender lo que está pasando dentro de la persona y en la relación con su entorno. A veces son cuestiones que no tienen que ver con las aptitudes del colaborador, sino más bien con el conocimiento que tiene de sí mismo y de cómo el entorno le está afectando.
Recientemente presencié e intervine en una conversación grupal, en la que sus miembros hablaban directamente de la problemática intrínseca de cada uno (cada personas tenías sus inquietudes, y unas no tenían nada de que con otras). Esas inquietudes estaban generando tensiones entre los colaboradores a la hora de realizar su trabajo y repercutía en el rendimiento del equipo.
Para llegar a ese punto de la conversación , fue preciso que las personas se sintieran humanas, con necesidades, con deseos, con temores, con esperanzas…a partir de ahí , se logró un movimiento de apertura, que permitió que se pusieran en común los pensamientos y las emociones. Cuando esto se produce, surge de una forma casi espontánea la valoración mutua, el reconocimiento de las cualidades, y de las aportaciones de los otros, y como resultado la unión, el equipo.
Con esta energía conectada y puesta ahora al servicio de las metas y objetivos comunes, es mucho más sencillo trabajar, obtener buenos resultados, y …crecer.
Fuente: Portal Gallego de Coaching