Dirigir una empresa y ser el líder de un grupo de personas que cada día tienen que sacar adelante un trabajo no siempre es fácil, ya que supone que, quien lo realiza, debe tener las suficientes habilidades como para influir, animar y motivar a los trabajadores a lograr conseguir los objetivos comunes, haciendo, además que se impliquen en dicha consecución.
Esto se complica si tenemos en cuenta que, si hay varios trabajadores, cada uno tendrá su propia personalidad, lo que hace que el líder también deba poseer la habilidad suficiente de aplicar distintos estilos de liderazgo según el trabajador con el que traten.
Por: Mercedes Torija
Alguno de los estilos de liderazgo que podemos desarrollar son los siguientes:
Liderazgo democrático: La toma de decisiones en este caso se realiza siempre tras escuchar las opiniones de todos los trabajadores o al menos de un grupo que presta su voz. Si existe algún problema, el líder ofrecerá varias soluciones, y el grupo elegirá la que crea conveniente.
Liderazgo autoritario: Es completamente opuesto al anterior, ya que en este caso el líder toma las decisiones sin contar con la opinión de los demás, y no presenta opciones, sino que impone las resoluciones al grupo. Este estilo de liderazgo es el menos aconsejable, ya que crea muchas tensiones en los empleados, que actúan más por temor al líder que por propia motivación.
Líderazgo liberal o laissez faire: En este caso los trabajadores gozan de absoluta libertad y el líder sólo interviene si se lo piden. Este estilo es muy productivo si los trabajadores tienen una gran conciencia de pertenecer a una empresa y están muy motivados pero, si no es así, puede que el trabajo no se desarrolle bajo los estándares de calidad necesarios para que la empresa sea competivtivoa.
Según los expertos lo mejor es adoptar un liderazgo democrático con componentes de los otros estilos, de forma que sea equilibrado y motivador a la vez y al mismo tiempo tenga autoridad suficiente sobre los trabajadores.
Fuente: Trabajados
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