El desprendimiento y la generosidad de una (que por cierto hay que tener cuidado con lo que le dices, pues si le dices “¡qué bonita falda llevas!”, se la quita y te la da – ¡verídico!), la tolerancia de otro, la ecuanimidad de la otra, la intuición de aquella, la capacidad organizadora y de liderazgo de esta, la entrega y lealtad de aquel, todo ello en un reducido espacio familiar, y contenido en personas con cara, nombre, e historias de vida, algunas de ellas espeluznantes e inspiradoras, de forma que no necesito ir a internet para encontrar héroes y heroinas cercanos que me inspiren, porque están al alcance de mi mano, de mi vista y, por encima de todo, de mi corazón.
Fuente: El coaching transformador