Indifelia y Fidelina son dos hermanas.
Fidelina es la mayor. Como buena primogénita, asume sus derechos y hace todo lo posible por “enseñar” a su hermana menor a vivir conforme a sus normas. Fidelina goza de gran respeto en todos los ámbitos de nuestra vida (familiar, laboral, social).
Infidelia, por su parte, es rebelde y hace su mayor esfuerzo por imponer su voluntad y hacer las cosas a su manera, sin importarle mucho lo que diga su hermana.
A ambas las he vivido y las he sufrido. Las viví en su momento desde el juicio, desde la exigencia, desde la moral, desde la rigidez de mi creencia de que lo correcto era ser como Fidelina y mantenerme al lado de la pareja independientemente de la circunstancia…
Las sufrí también desde la rabia, desde el odio, desde la desconfianza y desde la vergüenza y el dolor, achacándolas al amor o al desamor y equiparándolas con la traición, ya fuera hacia mí al quedarme y aceptar situaciones que me hacían daño o hacia mi pareja fuera que él o yo en algún momento hubiésemos buscado una solución fuera de la relación, con Infidelia al mando…
Podemos pensar que la infidelidad se relaciona con insatisfacciones sexuales. No obstante, el dominio de Infidelia puede ser producto de crisis o dinámicas disfuncionales en la pareja, tales como relaciones de autoridad-obediencia o independencia-dependencia, que surgen desde el momento mismo que elegimos a quien será nuestro compañero de vida. O aspectos de otra índole, tales como la necesidad de atención, de comunicación, la necesidad de ser valorado, la incapacidad de decir No ante situaciones de desacuerdo, o la necesidad permanente de complacer para ser querido, hasta que se torna insostenible para ambos.
Según Osho en su libro Intimidad, la fidelidad (Fidelina por supuesto) “no permite cuestionar, dudar, no permite a las personas ser inteligentes.”
Y cuando una persona es incapaz de dudar, de cuestionar, de decir “No” cuando piensa que algo está mal o sencillamente no está de acuerdo, no está siendo amorosa consigo misma, no se está respetando ni valorando… Y por extensión no es capaz de amar al otro, y se convierte en una simple marioneta.
Una marioneta, que poco a poco se va colando y ocupa el lugar de la confianza y el amor…
Una marioneta muy convincente. Hace todos los gestos del amor, usa tal vez su mismo lenguaje, pero éstos no tienen el significado profundo que tiene el amor… Es una muñeca hueca llena de formalidad, exigencia, perfeccionismo, inseguridad, juicio y falta de emoción… todo lo contrario del amor que nos trae frescura, belleza, libertad, emoción, y energía que fluye por y entre nuestros cuerpos.
Tenemos tantos años recibiendo entrenamiento en ser fieles como Fidelina que apenas comenzamos una relación de pareja, Fidelina se presenta como personaje principal. La asumimos y comenzamos a representar nuestro papel conforme a sus indicaciones, siempre con Infidelia en la pata de nuestra oreja haciéndonos sus comentarios rebeldes de rigor.
En medio de esa lucha, nos aprendemos el parlamento, los gestos, la postura, el tono de voz, hasta que llega un momento que nos creemos nuestra propia mentira y sin saber realmente si amamos o no a nuestra pareja, nos entregamos y nos exigimos ser fieles mutuamente.
Podemos ser fieles y tolerar situaciones para otros inaceptables como el maltrato y el irrespeto, en cuyo caso es probable que no nos amemos a nosotros mismos y por ende no podamos amar a nuestra pareja ni ser amado por ella.
Y es que en realidad, aun cuando la persona fiel pueda estar comprometida en el amor, conforme a las enseñanzas de Fidelina, lo está de manera superficial…
Si hemos aprendido de Fidelina que en pareja ser fiel es lo «correcto”, podemos ser muy fieles, y no necesariamente amar a nuestra pareja…
Y es que ser fiel, no significa forzosamente que sintamos amor… incluso, a veces nada tiene que ver con él…
Y ser infiel, por tanto, tampoco implica, obligatoriamente, que sintamos desamor.
Y es que cuando el amor se pide, se convierte en fidelidad y cuando la confianza se pide, esclaviza.
¿Y qué hacer entonces, qué camino tomar?
Es tu decisión: Vivir según los dictados de estas dos hermanas en permanente lucha o vivir tu vida según tu propio corazón, siguiendo tus latidos, arriesgándote a probar lo desconocido volando en completa libertad…
«…Arriésgalo todo por amor,
si verdaderamente estás vivo
como un ser humano de verdad»
(Rumi)
Escucha tu propia voz, que es la única que te puede guiar en la creación de tu camino de vida en pareja.
Fuente: Psicoterapia Gestalt en Caracas