Es curioso como somos especialistas en sacar balones fuera en aquellas cosas que en el fondo no queremos cambiar.
Desde un punto de vista metodológico el cambio es posible gracias a una definición clara y precisa del objetivo, una formulación positiva, una representación sensorial, la ausencia de peligros o ruptura de un equilibrio.
Es por ello, que uno de los procesos que utilizo siempre en mis procesos de Coaching es la creación de un Diario de Emociones.
Las emociones son el resultado de nuestros pensamientos, “Según pienso, así me siento” y suele ser una herramienta que pone en evidencia el autoengaño de nuestras creencias.
Como primer paso, suelo proponer durante un tiempo determinado escribir las cosas que nos suceden asociadas a sentimientos. Posteriormente es bueno conocer y ser conscientes de cómo afrontamos la rebeldía de los hechos que nos suceden.
Soy consciente que es muy fácil pedir que una persona se pare al final del día y realice un autoanálisis de cómo han ido desarrollándose las cosas. Lo acontecido ya está escrito en el Diario de Emociones la segunda parte llega ahora; y es el seguir descubriendo, haciendo introspección, de aquellas cosas que nos paralizan, que no nos gustan o simplemente no están alineadas con lo que queremos conseguir.
Soy consciente de lo tedioso que se convierte, sin embargo, hacemos tantas cosas a lo largo de los días que muchas veces no nos ayudan a nada, que invertir un poquito de nuestro tiempo para conseguir aquellos cambios que buscamos, es un trueque considerablemente rentable.
Propongo tomarnos un momento solo para nosotros, y contestar a preguntas como:
¿En que momento del día de hoy he vivido un estado de resistencia? ¿Dónde ha sido? ¿Cuándo?
¿Cómo he sentido físicamente esa resistencia?
¿Cuáles son los pensamientos, ideas y juicios que acompañan, en mi interior, a esa sensación de resistencia?
¿A qué modificación, transformación o cambio me estoy resistiendo en ese momento? ¿Debo cambiar de opinión, de planes o de dirección? ¿Tengo que modificar mi organización, mis costumbres? ¿Tengo que soltar lastre, revisar una posición, sacrificar un proyecto? ¿Me voy a implicar en un nuevo asunto? ¿Tengo que cambiar de comportamiento, de principios de reglas?
¿Qué es lo que quiero salvaguardar en ese momento con mi resistencia?
¿Cuál es el aprendizaje positivo para mí que conlleva esta resistencia? ¿Qué descubro de mi mism@ gracias a ella?
Actuando regularmente de esta manera, harás de tus resistencias, aliados importantes para comprenderte mejor y orientarte mejor.
Os dejo un cuento “El León y las ovejas” es algo extenso, tomate tu tiempo…sin embargo lleva en el fondo una gran aprendizaje, pues un verdadero maestro te enseña el reflejo de quien eres… disfrútalo…
Y una vez más, al final de día….
Sonríe…
Fuente: Coaching Politico