Autocompadecerse, ese deporte que muchos practicamos en cuanto nos descuidamos. «Pobre de mí»
… «No sé»…. «No puedo»…. «No valgo, no sirvo»…. «No merezco»….»Soy un desastre»….»No tengo remedio»….»Siempre ando metiendo la pata»….»Qué torpe soy»….»No les importo»…
Ideas sobre nosotros que nos hacen sentirnos poco menos que piltrafillas humanas.
Repetir una y otra vez estos pensamientos nos lleva a sentir impotencia, tristeza, rabia, esta última contra nosotros mismos unas veces, y otras contra los que están «mejor» que nosotros.
De manera automática, sin darnos cuenta, dedicamos una buena parte del día a pensar y a hablar en este código que nos va dejando en un estado de indefensión, de bloqueo tales que ríete tú de las buenas películas de terror, de esas que te dejan pegado a la butaca.
Una señal de que estamos en esta tesitura es la Autocompasión. Me acabo creyendo lo que me cuento, que realmente soy una inútil, que no puedo, y creyéndome con poderes de pitoniso/a, me atrevo a asegurar que en un futuro tampoco podré. Entro en la fase del lamento. Todo lo que me sucede a lo largo del día lo percibo como la prueba que confirma mis mantras mentales: Si entro en un sitio y digo ‘hola’ , y todo el mundo no me responde, eso confirma lo que pienso de mí («no les importo») y pienso «¿Ves?Pasan de mí, no importo a nadie….Pobre de mí, ¿qué he hecho para merecer esto?» No hay opción a que no me hayan oído, a que estén pensando en sus cosas, a que estén distraídos…»no, si no me saludan es porque no les importo, como yo ya suponía».
Salir de estos hábitos de pensamiento-sufrimiento lleva su práctica.
Mientras caminamos a la caza y reconocimiento de estos pensamientos desproporcionadamente exagerados sobre nosotros, para deshacernos de ellos, desmontarlos, actualizarlos, hasta dejarlos inofensivos, podemos practicar con un antídoto: el sentido del humor + optimismo+fe en uno mismo+música.
Aquí es donde entra el grupo «No me pises que llevo chanclas» y la canción
Cuando me dí cuenta de la letra, me encantó, y me reí mucho, me sentí reflejada en parte.
Es la historia de un tipo al que le sucede todo tipo de calamidades. Se da cuenta de ellas, nos las va contando sin mucha afectación, y también repite: «Creo que tengo posibilidades para avanzar»….a pesar de todo, creer en las posibilidades puede mantenernos en pie.
Gracias a esta idea «Creo en mis posibilidades» , podríamos seguir caminando, deshacer los nudos, curar las heridas, reparar lo que podamos para continuar nuestra vida y optar a disfrutarla.
Con alegría, también.
Y tú….¿crees que tienes posibilidades? 😉
Fuente: Gestalt y Vida