– Es el mantra de la purificación.
– ¿De qué debemos purificarnos?
De pequeños hemos sido intervenidos e interrumpidos en la natural armonía del flujo de la energía. Fuimos invadidos por las reglas, por los prejuicios, por las expectativas y por los miedos de la sociedad. Es una invasión tan insistente y prolongada en el tiempo que se vuelve parte de nuestra estructura psicológica. Aprendemos a interferirnos, a interrumpirnos, turbando constantemente nuestra paz interior sin que nadie nos lo imponga.
Estamos a la merced de voces, mandamientos, conceptos, ideas, prejuicios y patrones, que nos impiden ser quienes somos y nos tienen secuestrados en la sofocante prisión de nuestro carácter.
El mantra ¡A la chingada! es capaz de restituir la antigua armonía y volver a vivir el libre flujo de la energía de la sabiduría organísmica.
– Las interferencias de nuestra energía, generalmente, corresponden a experiencias de abuso, soledad, mentira, represión, dolor, descuido, incomprensión, engaños, manipulación y muchas veces violencia. Todas estas experiencias se vuelven parte de nuestra estructura psicológica y también de nuestra estructura energética y muscular.
Nuestra forma de movernos, de caminar, de respirar, de estar sentados, de hablar, las expresiones de nuestra cara, el lugar que ocupamos en los espacios donde andamos…todo es el resultado de una adaptación, de tensiones y bloqueos, queridos o no, conscientes o inconscientes…todo es el resultado de una contaminación; por eso necesitamos purificarnos.
Entender simplemente las causas de tus problemas sólo sirve para tomar conciencia de algo, pero no es suficiente para transformarte. Con el conocimiento satisfaces tu mente, tu ego. Pero todo el cuerpo tiene rastros de tu pasado. El mantra te ayudará a expresar todas tus frustraciones, enojo, resentimiento, hartazgo, depresión, etc., escondido (en el inconsciente). ¡Si cargas el pasado, te recarga la chingada!.
A menos que no te limpies de todo lo que ha ensuciado tu noble e incontaminada alma, ¿con qué cara te presentarás enfrente de Dios, revelándole que las cualidades únicas que Él te había regalado con tanto amor e ilusión, están todas apachurradas, jodidas, polvorientas, podridas, acartonadas, machucadas, parchadas y momificadas dentro de ti?
– También se le llama el mantra del perdón, porque te libera de la culpa de todas las pendejadas que has hecho. Prefiero llamarlas pendejadas y no pecados, porque no eres malo, sólo estás drogado de inconsciencia. Estás en el círculo de «me joden-yo jodo». Y si además tú te jodes solito…¿qué será a los demás?. Por eso digo que eres inconsciente, porque no tomas en cuenta que hacer algo malo es antinatural; que al joder a otro actúas contra la humanidad, contra el planeta.
– Hay dos clases de culpa: la culpa «real» y la culpa «social». La primera es de la que acabamos de hablar. Es la culpa que viene de la profunda conciencia de haber cometido un crimen contra la humanidad, contra Dios. La culpa «social» es una culpa artificial, creada para controlarte. Es la que viene de transgredir un mandamiento, infringir una orden, desobedecer los dogmas, romper los ritos o tradiciones familiares. La culpa «real» es una culpa sana, natural. La culpa «social» es falsa y engañosa, no representan un problema mayor en tu energía. Librarse de la culpa «social» no es tan difícil, con el mantra de la purificación bien aplicado lo logras.
La culpa «real», al contrario, penetra mucho más profundamente porque es el todo que se rebela contra ti. Si la culpa «social» genera un arrepentimiento externo, político, la culpa «real» genera un arrepentimiento que involucra a todas las células de tu cuerpo. No se trata de la desobediencia a un mandamiento; cuando hieres a un hermano, al cosmos, sentirás dentro de ti la voz de Dios y en ese punto no hay rezo que pueda calmarla.
A final de cuentas, para crecer hay que expulsar el veneno de la culpa sea «real» o «social». Hay que vivir el arrepentimiento y el perdón.
– Los mantras nos ayudan a vivir la transformación, no un cambio. El cambio se mueve en una línea horizontal, de mayor a menor, de negativo a positivo, como en la línea númerica.
La transformación es un fenómeno diferente, habla de discontinuidad con tu pasado. Significa que vuelves a nacer, que despiertas de un sueño de inconsciencia en el que hiciste pendejadas y ahora que lo sabes ya no puedes volver atrás a tu antiguo estado.
Ese es el significado del perdón de Dios. Porque su amor no está condicionado, porque está esperando el momento de que tomes consciencia de tu responsabillidad con tu vida, de que despiertes.
Cambiar y mejorar no es suficiente.
Dayal, P., pp. 203-222
Fuente: Gestalt Terapia