Una de las primeras cuestiones que tenemos que resolver cuanto un profesional afronta el reto de la mejora es saber de dónde partimos. Es decir, si no sabes tu nivel competencial en cualquiera de las áreas que te quieras medir, difícilmente se puede establecer una mejora. Por lo tanto, lo primero, identificar tu nivel competencial. Por ejemplo, imagina que quieres mejorar en Inteligencia Emocional (IE).
El primer paso es comprender qué entendemos por Inteligencia Emocional. Yo te recomendaría el libro «Directivo emocionalmente inteligente» de Caruso y Salovey. Primero porque son científicos como yo y han planteado un modelo serio y riguroso. Y lo segundo es porque no sólo definen y explican la IE sino que distinguen fases o niveles donde podemos plantearnos nuestro grado de experto. En este sentido, nos ayudara a intuitivamente comprender de qué hablamos y sobre todo nos guiará en la búsqueda de mejoras de un modo más objetivo y medible. Después de comprender, estaría la medición. Es decir, utilizar una medida para saber hasta qué grado somos expertos en cada uno de los niveles de IE. Tenemos también medidas de estos autores para este fin. Y una vez tenemos ya los resultados, toca una fase que puede ser agridulce o sencillamente de reto, en función de nuestra experiencia en medirnos y el significado que le demos. Cuando vemos los resultados, nos ubicamos en un sistema de comprensión que nos ayuda a decir dónde estamos. Y sobre todo hacia dónde podemos ir. Ahora ya, lo mejor es buscar algo de ayuda para que el viaje de la mejora se plantee con hitos y objetivos, demostraciones y resultados visibles. Depende de la temática y finalidad te puede ayudar un mentor o coach. Pues el viaje hacia el talento es mejor no hacerlo sólo, ya que tiene baches emocionales y siempre tener espejos a tu alrededor ayuda en gran medida. Pero sobre todo es porque tienes otra visión delante para poder darte cuenta y comprender mejor, o del modo más consciente, tu propia realidad. Seguro que con los resultados, verás lo largo que es el viaje, ni más ni menos que el viaje propio del crecimiento.
El primer paso es comprender qué entendemos por Inteligencia Emocional. Yo te recomendaría el libro «Directivo emocionalmente inteligente» de Caruso y Salovey. Primero porque son científicos como yo y han planteado un modelo serio y riguroso. Y lo segundo es porque no sólo definen y explican la IE sino que distinguen fases o niveles donde podemos plantearnos nuestro grado de experto. En este sentido, nos ayudara a intuitivamente comprender de qué hablamos y sobre todo nos guiará en la búsqueda de mejoras de un modo más objetivo y medible. Después de comprender, estaría la medición. Es decir, utilizar una medida para saber hasta qué grado somos expertos en cada uno de los niveles de IE. Tenemos también medidas de estos autores para este fin. Y una vez tenemos ya los resultados, toca una fase que puede ser agridulce o sencillamente de reto, en función de nuestra experiencia en medirnos y el significado que le demos. Cuando vemos los resultados, nos ubicamos en un sistema de comprensión que nos ayuda a decir dónde estamos. Y sobre todo hacia dónde podemos ir. Ahora ya, lo mejor es buscar algo de ayuda para que el viaje de la mejora se plantee con hitos y objetivos, demostraciones y resultados visibles. Depende de la temática y finalidad te puede ayudar un mentor o coach. Pues el viaje hacia el talento es mejor no hacerlo sólo, ya que tiene baches emocionales y siempre tener espejos a tu alrededor ayuda en gran medida. Pero sobre todo es porque tienes otra visión delante para poder darte cuenta y comprender mejor, o del modo más consciente, tu propia realidad. Seguro que con los resultados, verás lo largo que es el viaje, ni más ni menos que el viaje propio del crecimiento.
Aunque parece sencillo nuestros retos profesionales son, a veces, difíciles de enmarcar. Y eso complica nuestra mejora. Quizás por eso siempre es bueno preguntarse el grado de implicación con esa mejora u objetivo, vamos el grado que es importante para ti actualmente. Y si encima se alinea con tus valores y creencias mejor, pues entonces la estructura es más completa.
Hace poco, después de una conferencia se me acercó una persona que con gran pasión se plantea su crecimiento. Y tiene claro que lo quiere hacer al estilo «autodidacta». Sencillamente, le dije lo mismo que he puesto en esta entrada. Y ahora está ella en marcha. En el fondo, esta profesional, Esther, tiene claro su autocontrol y su autorregulación. Esto le permite actuar con un nivel de objetivos y claridad realmente impresionante. Y no dudo que en unos seis meses me mandará algún correo o señal diciendo que ya va en camino y que diligentemente ha cubierto sus objetivos. De hecho, hace un par de días estuve también con otra persona, Paco, que tiene un sistema muy alto de autorregulación y esto le permite marcarse claramente los objetivos y cumplirlos. Sencillamente, si se propone una cosa, focaliza y desvía recursos para poder cumplirlo, y retira ladrones del tiempo y objetivos sin compromiso. Incluso si esos objetivos no están cercanos, se marca los hitos para conseguirlos.
Si tuviera que pensar que hay de común entre los dos casos comentados, igual se me ocurriría la palabra ilusión, y también el disfrute por el viaje hacia los objetivos. Por eso en los dos casos me decían algo así: «no importa cuánto tarde, quiero hacerlo lo mejor posible».
Fuente: Talento y Coaching