Presento a mis amigos un fragmento del caso JESA, empresa que ha ido perdiendo su potencial creativo.
Carmen Ramallo era de las que nunca contaba las horas en el trabajo, y no digamos disfrutar las vacaciones que le correspondían en JESA( Jugos de Extremadura, S.A.) en Almendralejo. Recién nombrada primera ejecutiva ,vivía en la oficina. El puesto colmaba todas sus expectativas, tenía grandes planes para el futuro de la Compañía; claro que primero tenía que ponerla en pista.
A Venancio, su hijo de 18 años, le costó lo suyo convencerla para que le acompañara al festival de arte y música popular que se celebraba en Mérida un sábado del mes de mayo.Carmen había trabajado lo suyo toda la semana dedicando mucho tiempo a analizar datos que probaban que en los últimos tres años las ventas se habían estancado en 40 m., así como los beneficios, planos en los últimos cuatro años.
Finalmente, llegaron a un acuerdo. Ambos irían al festival por la mañana y Carmen volvería a la oficina por la tarde.
Llegaron a las 10, el sol ya pegaba fuerte.Venancio, más alto que su madre y buen deportista, la abrazó: “Mamá mira qué interesante, tienes que salir más a menudo. Te estás dejando la vida en la empresa y te estás perdiendo todo lo que pasa en la vida”.
Carmen suspiró levemente; no había sido fácil criar a Venancio y ahora que había llegado al cenit de su carrera y podía pagarle una buena universidad americana, tenía miedo de que cayera sobre su cabeza la Compañía que había contribuido a engrandecer. La ponía muy tensa el sólo hecho de pensar en los resultados tan pobres de los últimos años. ¿Por qué- se preguntaba- JESA no ha crecido en este tiempo?. Durante diez años había sido la empresa de más crecimiento del sector en España. En todos los restaurantes y bares, máquinas automáticas, clubs deportivos, los jugos de RESA se vendían como siempre. De hecho su crecimiento había sido tan constante que la matriz radicada en Holanda raramente interfería en las operaciones. Sin embargo, últimamente cada semana Carmen recibía llamadas de Ámsterdam preguntando sobre las estimaciones presupuestarias, gastos y cambios de personal.
“Mamá, deja de pensar en el trabajo- le dijo Venancio, interrumpiendo sus pensamientos-deberías verte la cara que tienes”
“Lo siento- dijo Carmen intentando sonreir- anda, vamos a dar una vuelta”
A lo cual, el hijo la condujo a una zona donde exponían varios pintores y concretamente un artista local que a ambos les gustaba mucho.En ese momento, Valentín le dice a su madre: “Por favor, espera un momento, voy a comprar un refresco, estoy ardiendo”. Se acerca a un hombre que a unos metros vendía bebidas en una furgoneta en cuyo techo podía verse una gran sombrilla con una frase: “ Ahoga tu sed. Bébete un “Gélido”. Un momento después, Venancio volvía junto a su madre abriendo una botella con forma aerodinámica.
Carmen casi se desmaya: “Venancio, ¿cómo te atreves?
– ¿Cómo, qué?. Mamá,aquí no se puede comprar un JESA aunque lo busque con un farol. Supongo que si corro y voy a la máquina del Instituto, allí estará todo el surtido, pero reconocerás que no es muy cómodo. Además, todo el mundo sabe que los JESA son para niños. Estos “Gélidos” son algo nuevo, anda prueba este Mango-Tango, sabe de cine”
Luisa se encogió, ya sabía lo que pasaba con el Mango-Tango de los Gélidos.De hecho el sabor se había inventado en los laboratorios de JESA, una colaboración entre el químico Luis Martínez y Antonio Méndez, entonces director de marketing de JESA.
Fuente: LIDERAZGO Y ESTRATEGIA