El pronóstico será mejor si el paciente acepta la racionalidad del tratamiento y adhiere al mismo, si su motivación es alta, si realiza acciones tendientes a superar el problema, si se implica emocional y conductualmente, aun durante las crisis terapéuticas; si confía en el terapeuta como persona y como profesional competente y con experiencia; si las expectativas de mejoría son altas, si se siente capaz de cambiar, si no es resistente y si existe apoyo social (si tienen con quien conversar sus problemas).
El pronóstico será peor a mayor severidad de síntomas y conflictos, si hay comorbilidad (coexisten más de un trastorno), si el trastorno tiene más de 2 años de duración; si el paciente rechaza las demandas interpersonales del tratamiento, si presenta dificultades en sus relaciones sociales y/o familiares. Particularmente resistentes al cambio son los trastornos de personalidad, generalmente egosintónicos (“soy así”). En tanto que trastornos como los adictivos, alimenticios, depresivos crónicos y de personalidad, son los más susceptibles de recaídas.”
Fuente: TERAPIA Y FAMILIA