Estas vacaciones veraniegas las he pasado con varios libros, entre ellos dos cuya vieja compañía echaba de menos desde hacía tiempo. El primero es una bella novela, publicada en 1946 aunque de estilo decimonónico, y perteneciente a la biblioteca materna. Su lectura me cautivó a los 17 años, y versa sobre los últimos dos días de la vida de Larra en un Madrid provinciano al que llegaban los ecos de la guerra civil carlista. Su autor: Pedro Blanco del Pueyo, del que no puedo ilustraros pues apenas ha trascendido hasta nuestros días –en Internet he encontrado sólo tres entradas y con mínima información-.