Un abarrotero altamente exitoso tenía su tienda muy bien surtida. Tenía un negocio floreciente. Él estaba naturalmente feliz de que muchos clientes lo prefirieran y fueran a su tienda para cubrir sus necesidades diarias. Para su gran sorpresa y desilusión, una gran tienda departamental fue construida justo frente a su tienda. El abarrotero pensó que ese gigante lo sacaría del negocio. Con gran inquietud se acercó al Maestro y le dijo que su familia había sido propietaria del comercio por un siglo. Perderlo ahora sería su desdicha, porque no sabía hacer ninguna otra cosa.
– Si temes al dueño de la tienda departamental, lo odiarás. Y el odio será tu derrota -dijo el Maestro.
– ¿Y entonces qué debería hacer? -preguntó el abarrotero consternado.
– Todas las mañanas, sal de tu tienda a la vereda y bendice tu negocio, deseándole prosperidad. Luego voltea y mira la tienda departamental y bendícela también.
– ¿Qué? ¿Bendecir a mi competidor y destructor?
– Toda bendición que le envíes a él se revertirá a tu favor. Cualquier mal que le desees te destruirá.
Un año después, el abarrotero se presentó ante el Maestro para informarle que había tenido que cerrar su tienda, tal como lo había presentido. Ahora se había convertido en socio del dueño de la tienda departamental, quien al ver la competencia del nuevo dueño se fue de la ciudad.
No vivimos aislados. Todos los elementos del universo están entretejidos. Nuestros pensamientos tienen el potencial de viajar a través de planos multidimensionales. Cada sentimiento que tenemos o consideramos impregna al universo entero.
Fuente: Gestalt Terapia