Recientemente he releído un artículo de Laura Gutman, publicado en la Revista Mente Sana, en su ejemplar número 33, con igual título que el de mi entrada.
Laura Gutman suele ser presentada como argentina, terapeuta familiar, escritora y en ocasiones nombrada como «el gurú de la maternidad». En sus escritos muestra una gran sensibilidad con la mujer, el papá y los hijos de la pareja de padres, en cualquiera de los temas que trate a través de su múltìples artículos o libros que ha publicado. Es Directora de una Institución llamada «Crianza» en la ciudad de Buenos Aires.
La sensibilidad con la que habla, no sólo su gran experiencia en el trabajo con vínculos primarios, desamparo emocional, la maternidad-paternidad, entre otros campos de la psicoterapia, me ha cautivado al leer el siguiente artículo sobre las dificultades que pasa una pareja que durante años busca tener a su bebé y pasa por diferentes pruebas frustantes, que dan al traste una y otra vez con su deseo. Además de aportarnos una serie de guías, sobre CÓMO CREAR EL «MEJOR MOMENTO» PARA CONVERTIRNOS EN PADRES, y de hablarnos de un caso real, que llegó a su consulta, con la dificultad de una maternidad y una paternidad frustrada durante seis largos años.
Plasma con sencillez como la psicología (la parte psicológica y emocional) de cada uno de los miembros de la pareja de futuros padres, la relación entre ellos y su forma de vivir su día a día, pudo dificultar su ansiado deseo (para el que realmente no eran conscientes que no habían dejado un espacio en su vida tal y como la llevaban hasta ese momento).
Os dejo con la transcripción de dicho artículo, cuya lectura de este caso concreto del que nos habla Laura Gutman (no generalizable a otras vivencias, aunque sí puede aportarte mucha información sobre tu propia experiencia-vivencia en tu realidad particular), espero les llegue a muchas mujeres y hombres, que estén pasando por estas circuntancias de búsqueda y espera de la llegada de un hijo amado. Con el propósito de que les sirva a modo de reflexión, sobre su propia historia vital, su relación de pareja, y todo aquello que rodee su propio camino en la concepción de su hijo.
La decesión de tener un hijo significa darle un espacio sincero en nuestras vidas. La pareja, para predisponerse realmente a recibir a su bebé es preciso que mantenga una buena comunicación y disfrute de su intimidad.
«Ya habían pasado diez años de matrimonio y seis que habían conversado y tomado la decisión de buscar un hijo. Raquel compartía con su esposo un gabinete de abogados, ambos habían trabajado con esmero y logrado cierta estabilidad económica. Raquel sentía que había llegado el momento indicado.
Pasó el primer año sin preocuparse demasiado, pero a partir del segundo, Raque acudió a la consulta de su ginecólogo. Éste la tranquilizó diciéndole que, a los 38 años, el embarazo puede demorarse.
No obstante, un año más tarde, su ginecólogo le recomendó iniciar algunos tratamientos de fertilidad, empezando por una estimulación ovárica. La introducción de hormonas le produjo algunas molestias, hinchazón y dolores de cabeza, pero, lamentablemente, no consiguieron el embarazo.
Entonces le tocó el turno a Roberto, que tuvo que pasar por un período de exámenes de su esperma, para detectar la cantidad, la calidad y la movilidad de sus espermatozoides. Éstos eran escasos, sin embargo, los especialistas consideraron que eran suficientes para lograr un resultado positivo. Se sumaron también otros análisis, pruebas y exploraciones para comprobar los ovarios, las trompas y el útero de Raquel, y a pesar de que encontraron una trompa algo engrosada, determinaron que no había nada que impidiera la concepción. (Añado yo: orgánicamente hablando, si se pasan por alto otros posibles factores como los emocionales, que pueden influir en la concepción de un embrión).
Un añor después se sometieron a un proceso de fertilización asistida, es decir, introducir esperma de Roberto en el útero de Raquel en su día más fértil. Para aumentar las probabilidades de éxito, continuaron con la estimulación ovárica. Hicieron cinco intentos -espaciados en el tiempo- sin resultados favorables. Tras unos meses de descanso, resolvieron intentarlo con la fecundación in vitro.
Cuando los hijos no llegan, y los padres sienten la «urgencia» del reloj biológico, llamándoles,
pueden sufrir estrés ante esta vivencia, lo que influye en los niveles hormonales de la mujer,
y así en la posibilidad/facilidad de concepción de ésta (quiero resaltar).
Con el primer intento, por fin llegó el tan deseado embarazo. Raquel ya tenía 43 años y sentía que estaba jugando sus últimas cartas. El sentimiento de euforia y de haber logrado su meta, a partir de su esfuerzo y tenacidad, invadió todo su ser. Pero al cabo de un mes tuvo unas pequeñas pérdidas de color marrón y se asustó. El médico le recomendó reposo absoluto. Días más tarde, las manchas se tornaron rojas. Se hizo entonces una ecografía dónde constataron que el embarazo se había interrumpido. Raquel eliminó naturalmente el embrión, sin dolor físico, pero con una enorme tristeza en el alma.
Raquel estaba devastada, sentía que ya no tenía fuerzas ni ánimos para continuar pendiente de las inyecciones de hormonas, de las ovulaciones, ni de su cuerpo hinchado. Estaba cansada y enfadada consigo misma. Nunca había experimentado un fracaso tan rotundo en su vida. Fue entonces cuando vino a verme, debido a un cambio significativo en su humor, vitalidad y entusiasmo.
Puse el foco en el vínculo de pareja y en el sostén de su vida sexual, ya que su proceso de fertilización habia lastimado su intimidad. También conversamos sobre la importancia de contrarrestar las dificultades de estas intervenciones enriqueciendo la sexualidad, la sensualidad y, sobre todo, la comunicación sincera y la cercanía amorosa con su esposo. A veces nos apegamos tanto a la dificultad de concebir, que olvidamos vivir nuestra relación basándonos en el encuentro pasional.
También conversamos con Raquel sobre el despliegue de su identidad, era evidente que estaba absolutamente volcada en su trabajo. Por su parte, Roberto también tenía todo su interés, líbido y deseos puestos en su crecimiento laboral. Más aún, la identidad de la pareja se había constituido a oartir de este esquema e, históricamente, habían cargado con agendas repletas de obligaciones, dejando muy poco margen para el ocio compartido.
Siendo ambos abogados exitosos, acudieron velozmente a los mejores profesionales en reproducción asistida. En esos seis años, no habían conversado entre ellos sobre sus miedos, sobre si verdaderamente un niño tenía cabida en sus vidas; ni siquier se plantearon los posibles sufrimientos que acarrean estos tratamientos.
Ante esta situación, les propuse algunos encuentros entre los tres, a fin de «reservar en la agenda» un horario exclusivo para la pareja. Esos encuentros fueron fructíferos porque lloraron, se escucharon, se conocieron más, se dijeron algunas cosas que habían callado en el pasado, se compadecieron, se rieron, renovaron el deseo de estar juntos, se formularon demandas entre ellos. Finalmente, organizaron un viaje y … regresaron con la noticia del embarazo logrado.
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CÓMO CREAR EL MEJOR MOMENTO (aspectos a considerar) EN EL CONCEPCIÓN DE UN HIJO:
BUSCAR LA SEGURIDAD
Las mujeres activas acudimos al pensamiento y la lógica. La fecundación asistida da la impresión de que «hay muchas cosas para hacer» y en el hecho de hacer nos sentimos seguras.
(Matizo yo: «frente al dejar que nuestro cuerpo haga por sí mismo, facilitándole el entorno emocional, relacional… que facilitaría una concepción natural o espontánea; a veces «no hacer nada», más que facilitar las condiciones emocionales de relajación física y mental, es hacer mucho más de lo que imaginamos, en esta búsqueda; la dificultad reside en lograr este estado emocional, que en aparente es tan «sencillo», al menos de nombrarlo).
ESTAR REALMENTE DISPONIBLES
A los espermatozoides les falta la fuerza vital y parece que los óvulos no están receptivos. Teniendo en cuenta la sobrecarga de trabajo de las mujeres y los varones, es posible que transmitamos al alma que busca la concepción señales que indican que no hay demasiada disponibilidad para tal fin.
SENTIRNOS CONFORTABLES
Revisemos nuestra vida sexual. Compartamos tiempo de ocio y mostremos más disponibilidad emocional. El placer y el confort ayudarán a la concepción de un niño y, si estamos viviendo un proceso de fertilización asistida, los necesitaremos aún más.
RECUPERAR EL TIEMPO
No sólo necesitamos tiempo para la intimidad con la pareja, también lo necesitamos para la INTROSPECCIÓN. La capacidad de estar tanto con uno mismo como con nuestra pareja facilitarán la concepción.
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Fuente: CENTRO PSICOLOGÍA GESTALT