Juntos en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe, nos dice el voto matrimonial. Pero después están las dificultades de tolerar a alguien enfermo al lado.
Más importante que la enfermedad en sí misma, es la actitud del enfermo para con ella. Pongamos por ejemplo una neurosis obsesiva, que es un padecimiento psíquico frecuente y que, además, el obsesivo tiene como característica ser bastante hostigador con su objeto amoroso. No es tanto que esté enfermo, sino que cree que el otro (el partenaire), amén de tolerarle todos sus síntomas, que son muchos y variados, ha de ser comprensivo, relegarle de ciertos compromisos por estar enfermo, ser cariñoso y paciente, escucharle, comprenderle, amarle a pesar de todo. Es decir, una exigencia extrema, mientras que él o ella, se dedican a torturarle con el relato de todos sus sufrimientos, sus malas caras, su infelicidad y sometiéndole a sus rituales. “ ¡Es que para eso está tu pareja!” “¡Si no me escucha él, quién me va a escuchar!” “¡Cuando estoy mal es cuando más necesito su cariño!”
Parece que a veces se concibe a la pareja como alguien que debe tolerar cualquier desplante, amarnos a pesar e independientemente de cómo lo tratemos nosotros, estar siempre con una sonrisa, aunque le pongamos mala cara las 24 horas. “Es que el enfermo soy yo, él está bien, el que tiene que aguantarme es él. “
Esta confusión de la pareja con un terapeuta, conlleva serios problemas, por un lado, el que recibe la carga, ese al que su pareja le cuenta todos los días lo mal y lo infeliz que está, empieza a sentirse mal, no está preparado para manejar esas situaciones donde alguien pone su curación en tus manos. Por otra parte, el que padece la enfermedad, y tiene la concepción de que ésta se curará gracias al amor, se confunde doblemente, primero porque el amor no cura nada, o al menos no cura nada definitivamente, porque no produce transformación del sujeto, y por otro lado, porque con la esperanza de que el amor lo curará, no acude a un psicoanalista, que es lo que necesita. De esa manera, el que padece la enfermedad, va enfermando también la relación, la pareja se va marchitando. “Es que nos hemos echado mucha mierda encima”, dicen las parejas. Mejor consultar, en vez de tener la ilusión de cambiar al otro o cambiar uno por amor. Pagar un poco de dinero es extremadamente más barato que pagar con la vida.
Dra. Alejandra Menassa de lucia. Psicoanalista.Especialista en Terapia de Pareja.
Cuadro: Judith y Holofernes, de Julio Romero de Torres
Fuente: TERAPIA DE PAREJA Y FAMILIA