Tal vez recuerdes aquel día en que te ofrecieron fumar, o pillaste un cigarro a tu madre o tu padre y lo probaste para sentir que era aquello que la gente mayor hace, querías dejar de ser un simple niño y convertirte en un hombre, pretendrías demostrar que tenías estilo, clase y elegancia o demostrar a aquella chica guapa que eras un tipo duro rebelde. O tal vez no querías sentirte rechazado por tus amigos y decidistes probarlo para no ser catalogado como un pringado…
Fuente: Crecimiento Personal Exponencial