Una pequeña historia para reflexionar…
Un ejecutivo recién ascendido en una compañía muy importante, llegaba un cada día a casa más tarde.
Su pequeño hijo ya estaba acostado cuando llegaba. Los fines de semana, el ejecutivo los dedicaba a prepararse para sus nuevas funciones, leer informes, preparar las próximas reuniones, responder correos, etc.
Un día su hijo se le acercó y le dijo:
-Hace muchos días que no juegas conmigo.
-Es que tengo mucho trabajo y no puedo estar contigo.
-¿Y ganas mucho dinero con el trabajo?
-Algo más que antes, no mucho
-¿Cuánto ganas ahora en una hora?
¿Y para que quieres saberlo?
-Dímelo, por favor papá.
-Unos 80 euros a la hora.
Al cabo de dos horas, el niño entró en el salón donde su padre trabajaba, se le acercó y dejó unas monedas y billetes sobre la mesa. Su padre le preguntó:
-Y este dinero, ¿Qué es?
-Papa, ¿Puedes jugar conmigo una hora?
El padre dijo:
-Me gustaría, pero tengo que leer este informe.
–No te preocupes por eso, he cogido el dinero que tenía de propinas y regalos de los últimos meses, he pedido algo prestado a unos amigos y ahora tengo 85 euros. Ahora puedes jugar conmigo una hora. ¿Quieres?