Ese lugar al que, todxs los que nos dedicamos al trabajo terapeutico, hemos llevado en alguna ocasión a nuestros pacientes, por unos días se ubica al frente a una pantalla, delante de un partido de futbol de nuestra selección.
Ese lugar en donde podemos sentir la frustración del gol fallado, la alegria del trabajo bien hecho, la felicidad de una victoria o la amargura de una derrota, es el aquí y ahora comunitario que nos regalamos y necesitamos. Para afrontar lo mas presentes posible un futuro que parece teñirse de gris, cada vez mas oscuro.
Suele darse la circunstancia de que este deporte, por su condición de igualador, tiene caracteristicas que lo hacen especial. Cuando las condiciones técnicas son tan similares son circunstancias colaterales las que determinan los resultados, tomando mucha importancia la cohesión grupal que como imagen y semejanza la afición imita.
Únicamente el futbol consige este resultado tan impresionante y donde las emociones del colectivo nos llevan a todxs, o la mayoria, por caminos que nos vienen muy de adentro.
En mi trabajo habitual con deportistas, acompañando y dando herramientas para la gestión de las competiciones, me resultan interesantes, tanto la perspectiva del participante, como la del observante.
En la del observante, con su máximo exponente comunitario en el futbol, quiero resaltar el festival emocional que supone, permitirse las expresiones emocionales. Que desde mi punto de vista son tan necesarias y que en general se exteriorizan bien poquito.
En la del participante, mi interes y profesión me han llevado a destacar el papel de las tenistas, como uno de los trabajos mas interesantes de gestión de la competición a nivel psicológico.
Para cualquier deportista que compita, su deporte, como su vida es un lugar del que poder aprender y tomar conciencia. De como nos relacionamos, de como nos apoyamos, nos queremos, nos odiamos, nos procesamos y sobre todo como somos capaces de vivir en un aqui y ahora tan presente como el que nos ofrece la practica deportiva y que nosotros acogemos.
Siento mi presencia plena en un terreno de juego, con unas reglas claras que como en mi vida los límites, me ayudan a seguir presente. Y todo lo emocional que me sucede lo equiparo a una meditación profunda por la que pasan todos mis pensamientos y ninguno permanece. La victoria suele estar relacionada con esa capacidad de adaptación infinita, flexibilidad extrema, y calma zen que marcan la diferencia cuando los aspectos técnicos están tan igualdos.
Como escribia Phil Jackson en su libro «Canastas sagradas», acerca de Michael Jordan, «era la calma ,dentro de la tempestad».
En mi trabajo voy dandome cuenta que para cada deportista en su práctica y por su manera de ser, se hace necesario un trabajo distinto para conseguir un mismo objetivo, estar presente en el aqui y ahora. Sin engancharse.