Desarrollo del apego

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En una anterior entrada titulada «El vínculo del apego» (http://gestaltmar.blogspot.com.es/2012/09/el-vinculo-de-apego.html) os hablé del concepto de apego, y enuncié una introducción sobre las fases del desarrollo de este vínculo afectivo en un desarrollo normal. En este post voy a desarrollar con más detalles estas 4 etapas que os nombré.

TEORÍA ETOLÓGICA SOBRE EL APEGO (John Bolwby) (continuación)

Es relevante matizar que esta separación cronológica es orientativa, es decir, no debe ser tenida en cuenta de forma rígida o estricta, sino que puede variar adelantándose o retrasándose en cada bebé en particular, en función de sus características propias, de las condiciones de su entorno (en el que se desarrolla) y de la interacción de ambos (organismo-entorno).

APEGO
0 – 6 MESES

-Desde el nacimiento a las 6 semanas: FASE DE “PRE-APEGO”.

El bebé, en esta etapa, tiene preferencia por los estímulos humanos, y en especial por los elementos que constituyen el rostro humano. Se puede decir que en este período existe una orientación hacia las personas en general, sin reconocimiento de las figuras concretas que lo cuidan.
A esta edad, los bebés reconocen el olor y la voz de su madre, pero no se puede hablar todavía de apego ya que si reciben el cuidado que necesitan se quedan tranquilos sea cual sea el adulto que se lo proporcione.
-Entre las 6 semanas y los 6-8 meses: FASE DE FORMACIÓN DEL APEGO
El bebé manifiesta preferencia por las personas que le son familiares e interactúa de forma privilegiada con ellas sin rechazar todavía a desconocidos. La interacción privilegiada se produce generalmente con la madre.
Son pruebas del reconocimiento de la madre por parte del niño: la sonrisa diferencial y las vocalizaciones diferenciales. Es decir, el niño sonríe y vocaliza más en presencia de su madre que con otras personas. También llora más cuando es ella quién se marcha (llanto diferencial), y deja de hacerlo con mayor facilidad si es la madre quién lo atiende y lo consuela (interrupción diferencial del llanto). A esto se le llama llanto diferencial e interrupción diferencial del llanto.
Es decir, en general en este período amplio de los 0 a los 6 meses nos encontramos que el bebé se siente inclinado a los estímulos sociales, busca contacto con personas y prefiere a su madre, padre u otro familiar, aunque no rechaza a desconocidos. El llanto sirve como forma de buscar el contacto de la figura referente de apego y cesa cuando el bebé está en brazos, se le habla, hay contacto visual, etc. O dejará de llorar cuando no le cojan, pero por indefensión (que finalmente puede convertirse en aprendida si hay repetidas experiencias de llanto y no atienden a éste). El bebé si llora es porque necesita el contacto, es una necesidad primaria, básica para él.
6 –8/9 MESES hasta los 18 meses aproximadamente

Entre los 6-8 meses y los 18 meses se da la FASE DEL APEGO BIEN DEFINIDO. A los 8 meses los niños muestran lo que se ha denominado ansiedad de separación: que aparece cuando la figura de apego se aleja. Asociado a esta ansiedad de separación aparece el miedo a los extraños. Es frecuente que a esta edad los niños lloren ante una persona desconocida y busquen refugio en la figura de apego.

En este sentido, es habitual que los bebés que acuden a la guardería a los 6 meses se queden más tranquilos cuando la madre se marcha, que aquellos que ya tienen un año. Muchos de estos niños de un año, en el momento de la despedida se apegan a su madre, lloran y gritan para intentar que no se marche y permanezca junto a ellos.
Es decir, aparece la ansiedad de separación ante los extraños. Esto es algo saludable que el bebé lo haga, es adaptativo, y saludable porque empieza a reconocer quién es de su familia y quién no.
La aparición del sistema del miedo va a hacer desaparecer la conducta exploratoria del bebé, y el aumento de las conductas de apego (con la mamá o figura maternante de apego del bebé) ante extraños. Agarrándose así el bebé a la pierna de la mamá, en presencia ante un extraño, hasta sentirse seguros. ¡¡ Resaltar que no es que se trate de que sea un bebé tímido o miedoso como escuchamos a veces, sino que está teniendo una conducta de apego hacia su madre en presencia de extraños !!. Por ello es importante en estas situaciones no exigir al niño que se vaya con extraños, porque no está preparado para eso, a nivel evolutivo, en este momento de su desarrollo.
Por ello, cerca de los 8 meses es la peor edad para meter a un niño en la guardería, porque es cuando más desarrollado tiene el apego.
ANSIEDAD DE SEPARACIÓN: Resistencia a separarse de la figura de apego, aparece entre la edad de los 6-9 meses, alcanza su pico máximo entre los 13 y los 15 meses, y empieza a disminuir a partir de los 18 meses.
Tanto la ansiedad de separación como la ansiedad ante los extraños es un sistema evolutivamente determinado que tiene la función de proteger de peligros a los niños pequeños. Es una etapa normal y sana del desarrollo evolutivo del bebé.

18 – 24 MESES

FASE DE FORMACIÓN DE UNA RELACIÓN RECÍPROCA

A lo largo de todo su desarrollo, el niño va construyendo representaciones mentales de los objetos, las personas y los fenómenos que conforman su entorno. En esta fase ya se ha elaborado una representación interna del vínculo de apego establecido y tiene una serie de expectativas sobre su disponibilidad en momentos de estrés, la sensibilidad de la figura de apego hacia sus necesidades y la posibilidad de recibir su apoyo si le hace falta.
La formación de una relación recíproca se inicia hacia los 18 meses. Las nuevas capacidades mentales y lingüísticas del niño de esta edad permiten que la interacción con las figuras de apego evolucione y sea menos asimétrica. Hacia los dos años, por ejemplo, el niño ya puede entender y preveer que su madre volverá después, y le puede pedir, por ejemplo, que le cuente un cuento antes de irse a trabajar.
No es hasta esa edad también que los bebés entienden por completo el “te dejo aquí y vuelvo” (lo que les permite quedarse más tranquilos cuando esto sucede y se lo explicamos así) : es la permanencia del objeto (de Piaget).
La existencia de múltiples y variadas figuras de apego, a medida que el niño va creciendo, ofrece mayor riqueza de estímulos y modelos diferentes de relación (de estar, de vincularse, de comportarse).
Es relevante tener en cuenta que la figura de apego principal varía a lo largo de la vida: papá/mamá en la infancia, iguales en la adolescencia, pareja en la edad adulta, etc.

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