Hay muchas personas ancladas en el pasado, en una serie de vivencias que han marcado su vida dejándolas vivir a “medio gas”, lo que hace que sus expectativas, de forma inconsciente, cree en ellas un nivel medio de exigencia y por lo tanto, la plenitud no puede anidar de forma adecuada. No se permiten disfrutar porque su ayer inunda su mente de culpa, de rencor, de rabia y de frustración. Parece, incluso, que llenar su pensamiento “vacío” seria tarea fácil, pero suele suceder que está tan lleno de nada que esa misma nada ocupa un espacio tremendo que les resulta muy difícil anular. Vivir y disfrutar, a veces son palabras vacías de conceptos porque la “obligación” anula la mera aspiración de todo individuo a ser feliz.
No hablo de faltar a la responsabilidad ante las situaciones, pero de ahí a anular nuestra vida por salvaguardar la de los otros que no quieren ellos llevar adelante, media un abismo. Para tener la posibilidad de solucionar las crisis es conveniente que no falten dos elementos fundamentales que posee todo ser humano: La inteligencia y la imaginación. Ya se menciona en mucha cantidad de literatura que todo lo que el hombre es capaz de imaginar, es capaz de realizarlo; y si esto es así, usar nuestra inteligencia para que nuestra imaginación colabore en la puesta en escena de nuestro plan de vida coherente, es el objetivo al que deberíamos aspirar. Ambos elementos citados, han de colaborar para que el hombre y la mujer se actualicen, se reinventen día a día para dotar su relación de elementos que el tiempo debilita y desgasta.
Erich Fromm decía que el amor es como una planta que si no abonamos y regamos con los tiempos adecuados que requiera, se marchita y acaba muriendo; y esto se consigue poniendo a trabajar en sentido positivo a nuestra imaginación.
La mayoría de bibliografía especializada que hemos consultado coincide en exponer una serie de pasos que favorecen situarnos en el punto adecuado para comenzar el afrontamiento, con grandes posibilidades de lograrlo. Algunos de esos puntos que os voy a indicar para conocimiento general, son también el protocolo que los orientadores a veces seguimos para ayudar a las parejas y a las familias a enfrentarse con las crisis.
1. Identificación de la fuente de estrés y detallar las causas que llevaron a la familia a la crisis.
2. Analizar la situación como un problema de toda la familia, y no de algunos miembros nada más. Si hablamos de pareja, adaptarlo a la situación de ver que ambos forman parte del problema y también de la solución.
3. Redimensionar la situación, manejando el significado y la gravedad del problema; ayudar a minimizar los efectos de la desorganización.
4. Buscar opciones para la solución del problema con los propios recursos de la familia o la pareja, alentándoles en la búsqueda de nuevas soluciones.
5. Reforzar las soluciones positivas y destacar las habilidades familiares en la solución de los problemas.
6. Tratar de que la familia integre las nuevas situaciones a los acontecimientos cotidianos de la vida familiar.
7. Ayudar a la familia a recuperar la sensación de control, disminuyendo las sensaciones de impotencia, y las creencias de la carencia de habilidades para resolver problemas.
8. Flexibilizar el sistema familiar o la pareja.
9. Guiar o regular los esfuerzos adaptativos de la familia.
La Profesora Idarmis González, especialista en psicología de la salud, asevera que la familia en crisis no es siempre una familia disfuncional; son situaciones de cambio que implican transformaciones en el sistema familiar, pero si se es capaz de asimilar unas reestructuraciones, puede ser fuente de crecimiento y desarrollo. Y para ello se hace necesario el CAMBIO. Si seguimos actuando igual, nada cambia.
También sé que la palabra «cambio» produce de momento una sensación de vértigo en el ser humano, no en balde existe el dicho de que más vale malo conocido que bueno por conocer. Si pensamos veremos que esto no tiene un sentido tan general como siempre lo aplicamos, porque lo que a las personas les cuesta es hacer el esfuerzo que necesita el cambio, ya que si una situación no es placentera lo lógico es intentar hacer que lo sea y precisamente el inmovilismo, hacer lo mismo, no nos lleva a efectuar nada nuevo que nos abra nuevas expectativas y posibilidades. De hecho cuando nombro la palabra “cambio”, muchas personas me hacen las mismas preguntas: Entonces, ¿es necesario cambiar cosas para hacer un buen abordaje de las crisis? ¿Es posible un cambio sin crisis previas?
Suelo utilizar para contestar algo que dijo ese genio reconocido internacionalmente que fue Albert Einstein, en dos párrafos: “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y las soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro; acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y las soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro; acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”
Juan José López Nicolás
Fuente: TERAPIA Y FAMILIA