La sensibilización Gestalt en grupos
La palabra sensibilización se utiliza para todo aquello que sirve para que la persona esté más en contacto con alguna parte de sí misma o de su mundo externo, que abra sus sentidos e incremente su conciencia respecto a ello.
En general todas las psicoterapias tienen herramientas de sensibilización, incluyendo la psicoterapia gestalt que es con la que trabajaremos en este espacio.
La sensibilización gestalt consiste en una técnica semi-estructurada que trata de promover el darse cuenta y la responsabilidad de cada individuo.
Es una técnica que ayuda a la persona a estar alerta a su propia experiencia, a darse cuenta de ella y que con esto descubra, se desbloquee, contacte con los otros y logre una mayor fluidez en su relación intra e inter personal. Todo lo anterior a través de un ambiente de respeto y seguridad emocional, en donde se confía en la capacidad del ser humano para crecer y autorrealizarse.
La sensibilización gestalt se hace en grupos de todo tipo: educativos, empresariales, de crecimiento, de integración, de capacitación, etc. donde las personas desean descubrir más de sí mismas y promover su desarrollo personal y social.
Los temas son de lo más variado, se puede hacer sensibilización gestalt a partir del teatro, del movimiento, de la plástica, de la música, de las artes marciales, del contacto con el cuerpo… o de cualquier otra técnica que nos ayude a contactar con nosotros mismos y con las otras personas que participan en el grupo.
La sensibilización gestalt tiene dos objetivos fundamentales:
1. Incrementar en la persona el darse cuenta, la cual no es una consciencia meramente racional, es promover el incremento en la capacidad de darse cuenta, con todo su organismo, de lo que le está sucediendo aquí y ahora, haciendo que la experiencia sea asimilada de manera vivencial, no solo de manera racional, porque la hipótesis es que, si se registra de manera racional puede no asimilarse verdaderamente.
“Aprender es descubrir en la experiencia, si no, no hay aprendizaje significativo”.
2. Qué la persona se responsabilice de sí misma, de sus pensamientos, acciones, sentimientos, sensaciones, etc. Evitando la culpabilización hacia fuera.
Es importante aclarar que en la sensibilización gestalt no necesariamente se hace psicoterapia. Con esto me refiero a que en un grupo que está trabajando sensibilización, lo que promueve el facilitador en los espacios de procesamiento es el darse cuenta, más no hace un trabajo de psicoterapia.
Si la persona requiere de un trabajo más profundo sobre su problemática debe de buscar un espacio de psicoterapia en donde pueda trabajarlo.
Así llamamos a la forma clásica que usaba Perls en sus grupos y demostraciones. En su época californiana abandona la terapia individual afirmando que, en el grupo, al participante se le hace más difícil defender y justificar sus propias resistencias, es decir las reacciones evitativas de darse cuenta de sí y del entorno. Tiene más peso una confrontación con una falsedad vista por varios pares de ojos que la que sólo se apoya en los del terapeuta. En sus demostraciones, pedía al participante (situado en la llamada silla caliente) que se centrara en qué tenía en primer plano en su conciencia en cada momento y lo pusiera de manifiesto. Interactuaba con él a modo de sesión individual frente a los demás participantes. Intervenía -por ejemplo- en relación a una expresión no verbal del participante, orientando su darse cuenta a la exploración vivencial de la misma. Esto podía llevar a la expresión de una emoción de la que el sujeto no era consciente hasta el momento o a percatarse de un modo particular de autointerferirse.
En esta modalidad, el resto del grupo actúa a modo de caja de resonancia. Como en el coro griego, cuando el protagonista toca fondo, desnuda su alma o pone de manifiesto su bloqueo, facilita la movilización emocional del resto del grupo. Cuando el trabajo de uno es profundo y el clima emocional grupal lo permite, a algún otro participante se le abre una vieja herida o accede a un nivel experiencial poco habitual. En general los trabajos se encadenan y, tanto cada tema trabajado como el conjunto de los aspectos emergidos, hablan del grupo en su totalidad. Cuando el terapeuta, tal como destaca Paco Peñarrubia, señala este reflejo grupal facilita un mayor compromiso de trabajo en los participantes.
Lo que el protagonista experimenta, encara a los otros participantes con asuntos que les son propios, como una reacción visceral o defensiva, les reaviva un asunto conflictivo, les aporta un darse cuenta de algo no reconocido hasta el momento o les suscita ganas de decir o hacerle algo al protagonista. Compartir, a modo de feed-back, de resonancias internas, qué le ha sucedido a uno cuando el otro trabajaba, implica ya un cierto nivel de darse cuenta. Ponerse en relación con el protagonista implica una experiencia terapéutica, si uno puede hacerlo con la suficiente apertura como para enterarse de lo que el propio encuentro le suscita a él internamente. Al protagonista, los feed-backs le resultan sanadores; especialmente aquellos que expresan lo que el protagonista evita y teme escuchar o recibir, y aquellos que, por ser resonancias empáticas profundas o ser expresiones de amor genuino, le facilitan la suficiente apertura para saborear la experiencia.
Durante su existencia, el grupo atraviesa diferentes etapas descritas de formas distintas por diferentes autores. Conocerlas va a permitir al terapeuta facilitar la evolución del grupo interviniendo en relación a las resistencias y bloqueos inherentes al mismo.
El grupo es un excelente escenario para explorar los conflictos y dificultades relacionales y para explorar actitudes nuevas. Así que, en esta modalidad de «psicoterapia en grupo», el resto de participantes (además de facilitar la profundización del trabajo por su presencia y a través de los feed-backs) pueden ser usados por el terapeuta, como un otro cualquiera o un otro concreto, para la exploración experiencial de una situación cotidiana, de las actitudes y de las expresiones o emociones determinadas del protagonista frente a otro.
Trabajamos sobre la experiencia de cada cual en esta situación de grupo. Aquí, en el grupo, al participante le sucede lo mismo que se encuentra en la calle, y si el trabajo resulta uno puede ir un poco más lejos de lo que se permite en su vida cotidiana. La diferencia es que aquí la tarea es poner conciencia en lo que a uno le sucede y responsabilizarse de su propia acción, reconocer el modo en que uno se coloca frente al otro y explorar aquellos vínculos o aspectos de uno descartados por miedo o prejuicios. Es mucho más fácil colgar el propio mochuelo en la percha del otro, por ejemplo,»éste las tiene conmigo» –cuando además suele ser esto verdad–, que reconocer qué hago yo para ponerme como diana ,en este caso, del rechazo del otro.
Es frecuente que, en la exploración de los vínculos que uno establece con el grupo y con determinados miembros del mismo, el paciente descubra cómo trata al otro o a los otros como si fueran su papá, su mamá, sus hermanos u otros familiares o personas significativas.
Nuestro sistema vincular, el modo en que establecemos las relaciones con los demás, lo estructuramos en la infancia en el seno de nuestro núcleo familiar. Consolidamos formas de relación en función de nuestra estrecha interpretación de la realidad. En esta época engullimos mensajes («el mundo es de los fuertes», «nuestra familia es una piña», «tu padre es un desgraciado», «para ser….tienes que….» y tantos otros) que, si bien algunos pueden ser operativos y referirse a lo real de determinadas ocasiones, distorsionan la percepción de nosotros mismos y del mundo en la medida que actúan como filtro. También de niños desarrollamos respuestas evitativas frente a la angustia que nos provocan las situaciones que no podemos asimilar. Estas situaciones quedarán pendientes de resolución. La automatización de tales respuestas evitativas hace que estos asuntos inconclusos queden en el fondo de la conciencia. Este proceso pondrá al paciente frente a situaciones que permanecen irresueltas en relación al personaje que proyectó en su compañero o compañera; y permitirá la posibilidad de encararlas y de dar pasos hacia la integración de aspectos negados como pueden ser la competitividad, la propia fuerza, la intolerancia o la debilidad y la ternura, para nombrar algunos de ellos.
El participante de grupo se pone frente a la tarea de flexibilizar su estructura psíquica interna. La profundización en sí mismo requerirá el aprendizaje de la apertura suficiente para incluir a los demás como compañeros de viaje. También el aprendizaje de sustentar los propios límites e intereses, para no sólo perderse en lo que en determinado momento puede vivirse como el «magma» fusional grupal, que por otro lado también será enriquecedor poder experimentar. (Concienciasinfronteras.com)
Fuente: BERNAL27