Duelo gestacional: aparición del trauma cuando se complica

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Perder un hijo, durante el período gestacional, puede provocar un duelo complicado en los padres que han perdido a su bebé. De esto nos hablan M.Álvarez, M.A. Claramunt, L.G. Carrascosa y C.Silvente, en su libro «Las Voces Olvidadas. Pérdidas gestacionales tempranas».
Como ya hemos visto en anteriores entradas, el duelo por la pérdida de un hijo en el período gestacional, está relacionado con el duelo que se produce por la pérdida de ese embarazo.
Las autoras nos dicen: «Cuando se pierde un embarazo, el peor de los miedos se ha hecho realidad». Y como bien añaden, puede aparecer un sentimiento de culpa en el que se cuestionan si ellas han causado esta pérdida con su comportamiento y es importante atender a este sentimiento, si aparece en la madre, y poder trabajar con ella para elaborarlo.
Es importante conocer que si existen duelos no tratados o cuyo dolor no se han podido expresar y elaborar, esta nueva pérdida puede reactivar estos duelos previos no superados (o que han podido mantenerse cronificados), como por ejemplo: alugna muerte anterior (significativa para la persona), alguna separación o ruptura emocional (que haya dejado graves secuelas), la falta de una buena crianza… «Un aborto o un siguiente aborto después de otros previos puede abrir la Caja de Pandora: todo el proceso de búsqueda de un embarazo o de la maternidad puede salir a la luz, con todo su dolor, con cada una de las pérdidas juntas, con todo lo que se había silenciado durante los meses, a veces años, del proceso de búsqueda», resaltan las autoras.
Entre otros factores, veamos algunos que pueden favorecer la complicación de un duelo:
-Una pérdida traumática, repentina o no esperada.
-Más de una pérdida a la vez (sobrecarga del duelo).
-Duelos complicados anteriores.
-Una muerte «fuera de tiempo» (como es la muerte de un hijo/a).
-Historia personal: tipo de apego desarrollado (el apego seguro protegería), la existencia de una historia traumática (por ejemplo, en la infancia-adolescencia).
-El apoyo social ausente.

Otros factores que también pueden estar afectando en la forma de vivir esta pérdida, cuando se refiere a un duelo gestacional son:

-La cantidad de tiempo que la pareja ha estado tratando de buscar el embarazo.
-Las experiencias del pasado de la persona.
-Su sistema de apoyo personal/familiar.
-La presencia de otros niños en su familia.
-Su personalidad.
-La cantidad de tensiones que tenga la persona en ese momento de su vida (independientemente de la pérdida gestacional, como pueden ser: problemas laborales, dificultades familiares, problemas económicos… entre otros).
-La edad de la persona que ha sufrido la pérdida.

Cuando se da un pérdida de un bebé durante el período gestacional, y especialmente en las primeras semanas de gestación, muchos padres sienten que no reciben ningún apoyo social. Pasado un tiempo inicial no sienten que se les reconozca su dolor emocional. De hecho hay madres que buscan hablar de esta pérdida y llegan a percibir que a las personas de alrededor les puede extrañar que verbalice sobre este dolor.
La aceptación social del trauma influye en la recuperación emocional y psicológica para estos padres que han visto interrumpidos su maternidad-paternidad. Necesitan sentir validado su pérdida, tener espacios dónde expresar sus sentimientos, y que estos no sean negados o minimizados su relevancia. En su proceso de recuperación también les ayudará contar con rituales (recomiendo el visionado de la película: «El Amor y otras cosas imposibles»; hay una entrada en el Blog que habla sobre ésta) que les permita ir elaborando su duelo, vivenciando que sus emociones forman parte de su duelo, e ir dando pasos para continuar adelante tras la pérdida de su bebé.
Enlace de la entrada «El Amor y otras cosas imposibles»:
http://gestaltmar.blogspot.com/2012/01/el-amor-y-otras-cosas-imposibles.html

Un duelo por la pérdida de un bebé puede llegar a desembocar en un Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), que requiere de un acompañamiento profesional que le permita a la persona sentirse acompañado en ese dolor, e ir facilitando la recuperación de la normalidad de su vida.
Un TEPT puede producirse por cualquier evento que genero um gran impacto emocional en la persona (por ejemplo, hemos la existencia de esta dolencia emocional a través de películas/documentales referidos al 11S o 11M).

Como indica el DSM-IV (Manual de Diagnóstico de Trastornos Mentales) para diagnosticar la existencia de un TEPT deben de reunirse una serie de criterios diagnósticos conjuntamente (no sólo un grupo de ellos), y que todas esas alteraciones provoquen un malestar clínicamente significativo para la persona, o que lleven a un deterioro social, laboral o de otras áreas importantes en la actividad/vida de la persona. Por ello no hay que confundirlo con el curso normal de las vivencias/emociones que pueden ir asociadas al transcurso del desarrollo de un duelo. En algunos aspectos pueden coincidir las experiencias vividas en un duelo, y más si éste se ha cronificado, con la sintomatología de un TEPT, pero el TEPT cuando aparece en el curso de un duelo, es ante duelos complicados y cronificados, no en el curso norma de un duelo no patológico.

Lo importante de esta información no es la «etiqueta» de esta dolencia, sino el conocer su sintomatología, para poder ser consciente de que la persona podría estar necesitando acompañamiento o intervención de un profesional.

Veamos primero, a titulo informativo (nunca substituible por la valoración de un profesional experto: tanto en la evaluación como en la posterior intervención), cómo el DSM-IV define la existencia o no de un TEPT genérico y posteriormente adaptarermos toda la sintomatología diagnóstica a uno relacionado con una pérdida gestacional.

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DE TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO (cuya existencia conjunta de todos los criterios, es necesaria para confirmarse su diagnóstico ¡¡ por parte de un profesional !! que lo valore):

Criterio A. La persona ha sido expuesta a un acontecimiento traumático en el que han existido conjuntamente 1) y 2):

1.La persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás.
2. La persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos.

Criterio B. El acontecimiento traumático es reexperimentado (o revivido) persistentemente, y se muestra a través de una (o más) de las siguientes formas (INTRUSIÓN)

1. Recuerdos del acontecimientos recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones.
2. Sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento que producen malestar.
3. La persona actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo (se incluye la sensación de star reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flasback: escenas de corta duración que evoca eventos pasados).
4. Malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático.
5. Respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático.

Criterio C. EVITACIÓN persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento (o no reacción) de la reactividad general de la persona (que no aparecía antes del suceso traumático), y que se ve en la aparición de tres (o más) de los siguientes síntomas:

1. Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático.
2. Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma.
3. Incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma.
4. Reduccción acusada del interés o participación en actividades significativas.
5. Sensación de desapego o enajenación frente a losd demás.
6. Restricción de la vida afectiva (por ej., incapacidad para tener sentimientos de amor).
7. Sensación de un futuro desolador (p.ej. no espera obtener un empleo, casarse, formar una familia, o en definitiva, llevar una vida normal).

Criterio D. Síntomas persistentes de aumento de la ACTIVACIÓN FISIOLÓGICA (o arousal), (ausente antes del trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes síntomas:

1. Dificultades para conciliar o mantener el sueño.
2. Irritabilidad o ataques de ira.
3. Dificultades para concentrarse.
4. Hipervigilancia.
5. Respuestas exageradas de sobresalto.

Criterio E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se progongan más de un mes.

Criterio F. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

Puede ser agudo (dura menos de tres meses) o hacerse crónico.

Las autoras de «Las Voces Olvidadas», agrupan estos tres tipos de sintomatología (intrusión, evitación y activación fisiológica) para explicar el TEPT en relación a la pérdida de un bebé en el período gestacional.
Veamos la exposición que realizan:

1. Existen PENSAMIENTOS REPETITIVOS (por qué me pasó, fue porque estaba estresada, no me cuidé…), imágenes que aparecen y no se pueden sacar de la mente, flasbacks (la imagen de la ecografía, de la bata del ginecólogo, de la sangre, del pasillo del hospital, del reloj de la pared, de la sala, etc.). Y son INTRUSIVOS porque aparecen sin poder controlarlos.
2. Por otro lado, hay EVITACIÓN de todo lo que recuerde al trauma: desde el hospital, ver embarazadas o bebés, la matrona o ginecóloga, la ropita o juguetitos del bebé, incluso la toma de ciertas decisiones que tienes que ver con la pérdida, como por ejemplo querer que todo acabe ya.
3. Y finalmente se da una ACTIVACIÓN FISIOLÓGICA: lo que se refiere a estar más nerviosa (que antes de la pérdida traumática), irritable, no poder dormir o despertarse y no poder conciliar el sueño, tener más miedos, sudar, palpitaciones, inquietud.

Recordemos que para estar sufriendo un TEPT han de reunirse todos los criterios anteriores (1,2 y 3, en la intensidad sintomantológica que se enumera más arriba, en el DSM-IV, con sus criterios diagnósticos B, C y D, y además los de durabilidad y afectación en la vida de la persona de los criterios E y F, y con el cumplimiento igualmente de la definición del Criterio A). En este caso se hace urgente que la persona afectada reciba apoyo por parte de un experto, pues la pérdida gestacional o perinatal se ha convertido en algo serio para esa persona. A veces el TEPT puede hacerse más evidente durante los siguientes embarazos, pudiendo llegar a convertirse una simple ecografía en un estímulo desencadenante de una reacción de ansiedad.

El acompañamiento en un duelo (sea en un curso proceso «normal» de éste o aún mucho más cuando éste se complica, por ejemplo con la aparición de un TEPT) beneficiará tanto a la mujer como a su pareja/familia. En ocasiones es necesario un trabajo personal para llegar a la acomodación y adaptación de la pérdida.

Las autoras hablan de cómo además del trauma por la pérdida del bebé y de la vida planeada con él, se une a ésta la experiencia tenida en el centro sanitario (especialmente desagradable para algunas mujeres, en el momento de ser informadas de su pérdida o de ser intervenidas, por ejemplo, para un posterior legrado). Como resaltan: «Los profesionales sanitarios no reciben durante sus estudios formación en duelo, y menos aún sobre duelo gestacional y perinatal (…) Los profesionales se sienten incómodos y suelen tener prisa o parecen tener prisa, cuando para los padres ya está todo perdido, el tiempo se ha detenido. Los mismos profesionales, en su intento por animar o minimizar el impacto, pronuncian frases que duelen: eres joven, ya tendréis otro, tienes que ser fuerte, anímate, tranquilízate, si te pones así vas a acabar con una depresiñon…El trato recibido puede retraumatizar y complica más el duelo, fijándose en la rabia, por ejemplo».

Esto está cambiando lentamente, y ya hay hospitales públicos y privados en los que han realizado jornadas llevadas a cabo por expertos en Psicología Perinatal, lo que las mujeres que han de ser hospitalizadas para que les realicen una intervención ginecológica, tras un aborto, lo pueden sentir, en la sensibilidad de enfermeras, comadronas, ginecólogas y otros profesionales que trabajan alrededor del ámbito de la obstetricia las tratan en alguno de estos centros.

Es interesante uno de los capítulos del libro en el que habla de la Pedagogía de la muerte dónde habla de la falta de educación emocional para el afrontamiento de pérdidas por muerte (entre éstas la muerte gestacional), y la importancia de ésta no sólo para profesionales de la obstetricia, sino de la población en general, entre ellas en las mujeres embarazadas. Pues como resaltan: «UNO DE CADA TRES EMBARAZOS SE PIERDE, no es algo tan excepcional, y nadie ha sido preparado para ello»... «Nuesta sociedad tiene, cada vez con más intensidad y premura, la necesidad de formarse a nivel emocional, campo muy descuidado en nuestra cultura. En esta educación emocional cabría el tema de la muerte, y también específicamente de la muerte gestacional: qué es un proceso de duelo, sus fases, los sentimientos u pueden surgir y las maneras de afrontarlo» (…)«Sería de gran ayuda, no sólo para padres y las madres que pasarán por ello inevitablemente, sino también para los que tengan la suerte de no tener que vivirlo, para así saber entender, acompañar y ayudar mucho mejor a sus amigos, hermanos o familiares que experimentarán una pérdida. ¿Quién no conoce a alguien que lo haya vivido? ¿Quién no ha perdido un hermano, un sobrino, un primo, un vecino … en gestación?.

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