En una conversación que sostuve en días pasados con un gran amigo, me comentaba que estaba pasando por un difícil período durante el cual se sentía completamente vacío, estresado y muy, muy angustiado. “¡No sé qué hacer!” me decía; “¡Me siento como si me hubiese estrellado contra una pared!”.
Le sugerí a mi amigo que dejara por un momento esos pensamientos y que recordara la importancia de cuidar de sí mismo. Vivimos a muy alta velocidad, siempre está sucediendo algo a nuestro alrededor, ya sea en el trabajo, en el hogar o en las actividades sociales. En el huracán que representa nuestra ocupada vida, tendemos a subestimar y hasta ignorar lo importante que es el cuidar de nosotros mismos.
Pensemos en la frase “cuidar de sí mismo” como si fuera la preparación de una deliciosa receta: requiere varios ingredientes clave para que finalmente se logre un gustoso resultado. Esto incluye una cantidad adecuada de horas de sueño, alimentación sana y balanceada, ejercicio, tiempo libre para compartir y ayudar a otros y, por supuesto, mucha inspiración. Pero hay un ingrediente que realmente hace que esta receta sea algo realmente especial.
El ingrediente más dulce en la receta de “cuidar de sí mismo” es el amor propio. Si no nos amamos, no vamos a molestarnos en sentir cariño por nosotros, en primer lugar porque no nos sentimos dignos de hacerlo. Así como Dios nos ama a cada uno de nosotros, también debemos aprender a apreciarnos y darnos el cuidado y el cariño que merecemos de la mejor manera posible. Pero como siempre estamos ocupados, esto no es fácil de conseguir. Por ello, me gustaría compartir con ustedes unos tips que he aprendido durante mis horas de estudio y desarrollo personal, con el objeto de ayudarles a darse el amor y la atención que ustedes realmente merecen.
- ¡No te auto destruyas! Eso es parte del juego de la culpa y la vergüenza! Seamos claros: todos lo hemos hecho en algún momento: “Dios!… qué estúpido soy”… “Si no lo hubiese hecho así…” O las favoritas de muchos de nosotros: “…lo que pasa es que no soy bueno para eso… no soy suficientemente inteligente… no sirvo para mucho”, etc. ¿Qué logras con auto-destruirte? Lo único que realmente logras es sentirte cada vez peor, y eso sólo hace bajar tu motivación y autoestima. ¿Por qué no tratas comenzando por perdonarte? Dite a ti mismo “Mañana es otro día y podré aprender a hacer las cosas de una manera en que pueda apreciarlas y que me hagan sentir mejor en cuanto a mi persona y mi situación” Mírate al espejo y recuérdate que eres un hijo de Dios. Repite una y otra vez “Tengo el valor de hacer cambios positivos en mi vida”. Encuentra dentro de ti el apoyo que necesitas para cambiar tus pensamientos negativos en energía positiva y alegría para tu día a día.
- Luego… ¡consiéntete un poco! Involúcrate en una actividad que realmente disfrutes, al menos una vez a la semana. Puede ser caminar por una plaza, ir a un museo, visitar una exposición, leer un buen libro, ir al cine o a jugar bowling con unos amigos. Lo importante es que lo que hagas traiga sonrisas a tu rostro y un alivio a tu corazón… eso es lo que importa.
- Finalmente, ¡extiende tu mano hacia otros! El poder de la amistad para aumentar nuestra auto-confianza es inmenso, y además nos ayuda a recordar lo maravilloso que somos todos. ¿Alguna vez alguien te ha dicho que lo has o la has hecho realmente feliz de alguna manera?… ¿Cómo te hizo sentir?… ¿Te hizo sentir bien?… ¿Te hizo ver lo importante que eres en la vida?… Eso es parte del maravilloso poder de la amistad. Cuando descubrimos lo mucho que otras personas nos aman, eso nos ayuda a amarnos y aceptarnos a nosotros mismos.