El Dinero en nuestras Relaciones

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Últimamente vengo escribiendo y publicando en el blog con una mayor insistencia acerca de las relaciones personales, de pareja y las relaciones familiares. La Teoría de Campo sobre la que se desarrolla la Gestalt resalta la importancia de los fenómenos que se dan en la experiencia total, en la cual están incluidas las relaciones interpersonales. Es en las relaciones que generamos, en cómo las vivimos, en cómo nos conducimos, en lo que nos cuesta en ellas, en lo que ponemos en juego o en lo que no ponemos en juego, en lo que nos cuesta decir, en lo que nos cuesta dar o recibir… en donde se ponen de manifiesto las limitaciones, las dificultades y la neura de cada uno. La manera de relacionarnos con el resto de las personas evidencia cuál y cómo es nuestra relación con nosotros mismos.

A través de mi propia experiencia y de las experiencias de mi pacientes he podido comprobar cómo en estos tiempos de la llamada «crísis» se destapan muchos conflictos relacionados con el manejo del dinero, tanto a nivel personal como a niveles de pareja y familiar. Ésto pone en evidencia que el dinero no solamente es un mero sistema de intercambio de bienes y servicios, es además un sistema simbólico para expresar dificultades relativas al «Valor«.

El dinero refleja las formas en la que valoramos y somos valorados. Es precisamente en este punto donde se puede reconocer con mayor nitidez la distorsión que el concepto de valor del ser humano posee en la sociedad y en los personas. A través del dinero nos sentimos valorados, valoramos a otras personas, damos nuestras recompensas, castigamos y manipulamos. Damos dinero y nos lo guardamos con miedo a que nos lo quiten. El dinero se utiliza como expresión de amor o de violencia, especialmente cuando se controla y manipula a través de él. Es más fácil hablar del dinero que hablar de sentimientos, o que abrir el mundo interno en el cual nos sentimos vulnerables, esa zona interna que está protegida por nosotros mismos y que no dejamos ver por miedo al rechazo. Si dejamos ver lo poco que creemos que somos estaremos expuestos a uno de los mayores riesgos, no sentirnos queridos. Con el dinero, con el «poder y control» que se gestiona a través de éste, se cubre y se oculta el sentimiento interno de poca valía personal. Y si valemos poco, si esa es nuestra verdad ¿quién nos va a querer? O si, por el contrario, dejamos ver abiertamente que valemos poco y esa es la verdad que siempre hemos promulgado y expresado, si esa es la imagen que tenemos de nosotros mismos ¿cómo es que nos van a dejar? Así siempre recibiremos ayuda y no podremos en juego nuestra real valía.

La sexualidad y el dinero están relacionados y emparentados, porque ambos representan nuestra relación con la abundancia, con la creatividad, con la entrega y con el miedo. Tal como nos manejemos con el dinero nos manejaremos en nuestra sexualidad. En ambos campos se despliegan los mismos miedos y reaccionamos ante ellos con los mismos mecanismos, de la misma forma. La dependencia, el miedo al contacto íntimo, el sentimiento constante de rechazo, el evitar constante el miedo a ser rechazados, la «independencia» entendida como no necesidad de vinculación real se expresan en ambos campos, el sexual y del dinero, con la misma forma.

Para cada persona el manejo con el dinero revela distintas formas de autoimagen, distintos mecanismos neuróticos de evitación de la propia realidad interna. El miedo al éxito o el miedo al fracaso y, sobre todo, la perversión del valor interno que cada uno posee como ser humano, del verdadero valor que el ser humano posee por el solo hecho ni más ni menos de ser un «Ser» y «Humano». Es importante en este punto dejar claro que una persona no vale por sus éxitos, ni por lo que posee, ni por lo buen profesional, madre, padre, hermano o hijo sea, sino porque es un ser humano y, si ese valor intrínseco se reconoce, se verá desplegado en todas las áreas en las cuales este ser humano se desarrolle. Llegado a este punto se disuelven la envidia, el orgullo o los miedos al fracaso o al rechazo

Auto Reflexión

En todas estas situaciones es bueno hacerse la pregunta de qué es lo que estamos dando, qué estamos guardando, qué es lo que castigamos y a quién, así como también qué miedo hay detrás de la ejecución de cada manipulación. Lo cierto es que antes de realizarse estas preguntas es necesario reconocer que el dinero está siendo utilizado más allá de su uso práctico de intercambio.

Es importante reconocer si la imagen que poseemos del dinero es de suciedad o si es una forma más de expresión y circulación de energía al dar y al recibir. Si el trato con el dinero nos genera culpa o si expiamos nuestros «pecados» por medio de éste.

También si se habla del dinero abiertamente o si éste representa un tabú en la familia. Hay que analizar cómo ha sido el manejo del dinero en la familia de origen, en la propia historia familiar.

También es importante desarrollar una auto observación en la forma en que gastamos nuestro dinero, si es de manera compulsiva o meditada. Si tenemos una sensación constante de falta o si simplemente no le prestamos atención y se deja esta responsabilidad a otra persona del entorno.

En todo proceso de crecimiento es indispensable ir desarrollando la capacidad de auto observación. Es por ello que este campo, el del manejo del dinero, también requiere de esta capacidad para poder reconocer nuestras trabas, puntos ciegos y limitaciones. Sólo reconociéndolas estamos dando el primer y gran paso a la verdadera transformación personal.

Yamila Yaquino Ouviña.

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